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Epistemologías del Sur y Epistemologías para la Paz: encuentros analógicos y ecológicos
Epistemologies of the South and Peace Epistemologies: analogical and ecological encounters
Revista CoPaLa. Construyendo Paz Latinoamericana, vol. 7, núm. 16, Esp., pp. 42-53, 2022
Red Construyendo Paz Latinoamericana

Artículos

©Revista CoPaLa, Construyendo Paz Latinoamericana

Recepción: 11 Abril 2022

Aprobación: 15 Septiembre 2022

DOI: https://doi.org/10.35600/25008870.2022.16.0237

Resumen: Las Epistemologías del Sur y las Epistemologías para la Paz emergen como alternativas ante la ciencia moderna hegemónica, debido a su apertura hacia los «otros» saberes diversos del mundo. Ambas se aproximan entre sí, por presentar características y objetivos similares, por lo que se propuso aquí explicitar sus principales similitudes y complementariedades. La metodología de análisis ha sido hermenéutica y lógica, con textos representativos de algunos de los principales exponentes de ambas miradas. En esta tarea, se destacó a lo ecológico, como eje transversal y de diálogos entre culturas. Además, se apoyó la idea de confluencia entre las epistemologías, analizando a la Epistemología Analógica, la cual no solo es del Sur y tiende a la paz, sino que en su esencia presenta elementos que permiten superar al univocismo dominante sin caer en un equivocismo sin límites.

Palabras clave: Ecoviolencia, Epistemología Analógica, Epistemologías del Sur, Estudios para la paz, Nuevas Epistemologías.

Abstract: Epistemologies of the South and Peace Epistemologies, emerge as alternatives to modern hegemonic science, because of its openness to the "other" diverse knowledge of the world. Both are close to each other, because they have similar characteristics and objectives. For this reason, it was proposed here to make explicit its main similarities and complementarities. The methodology of analysis has been hermeneutic and logical, using representative texts of some of the main exponents of both perspectives. In this task, the ecology was highlighted as a transversal and for the intercultural dialogue axis. In addition, the idea of confluence between epistemologies was supported, analyzing the Epistemology of analogy, which is not only from the South and tends to peace, but in its essence has elements that allow it to overcome the dominant univocism, without falling into an unlimited equivocism.

Keywords: Ecoviolence, Epistemology of analogy, Epistemologies of the South, Peace Research, New Epistemologies.

Epistemología para hacer las paces desde y con el Sur (a manera de introducción)

Sostenemos que las llamadas Epistemologías del Sur deben ser consideradas Epistemologías para la Paz, pues reúnen las perspectivas, características e intencionalidades para ser consideradas como tales. A su vez, las Epistemologías para la Paz precisan de los aportes y alcances de las Epistemologías del Sur para dirigirse a sus objetivos declarados. Tal como se verá, existen numerosos puntos de encuentros entre los epistemólogos «para la paz» y los «del Sur», de manera independiente a sus formaciones y procedencias.

El estudio de las Epistemologías del Sur constituye, de por sí, un camino hacia la paz, pues nos permite ejemplificar y entender claramente diversas manifestaciones de violencia simbólica (o cultural), ambiental, estructural y directa que se expresan a través del conocimiento, la cultura, la ciencia y las dominaciones a los seres humanos y la Naturaleza.[1] Las Epistemologías del Sur son un llamado a abrirnos hacia los que tradicionalmente somos considerados como los «otros», especialmente hacia los saberes, formas de conocer y representaciones no occidentales de la vida y del mundo.

Esta apertura, no solo promueve un mundo más pacífico, justo y solidario, sino que resulta en la emergencia y visibilización de alternativas a las graves contradicciones y crisis actuales (epistémicas, políticas, ambientales, energéticas, etc.), imaginando un mundo poscapitalismo, enriqueciendo a la ciencia y la filosofía predominantes, hoy cuestionados por sus limitaciones y auto-encierros (frutos de la visión eurocentrista, univocista y excluyente que ha predominado), en lo que los epistemólogos han dado en llamar la crisis de la teoría crítica.

Ambos modelos epistémicos recuperan las voces de los «grupos sociales totalmente invisibles para la teoría crítica eurocéntrica» (Santos, 2011b, p. 15), como las mujeres, indígenas, afrodescendientes, campesinos, colectivos LGTB, personas con discapacidad, etnias minoritarias y otros; a los que reconocen como sujetos históricos que han liderado numerosas transformaciones globales, enfrentando a los más graves conflictos con organización, solidaridad y creatividad.

No obstante, las similitudes entre epistemologías son mayores, en particular en campos como de los saberes ancestrales, de las preocupaciones ecológicas y de la luchas contras las dominaciones modernas, por esto, en los próximos apartados analizaremos algunas de las principales teorizaciones de ambas vertientes, siempre buscando el diálogo fructífero y enriquecedor en ambas vías.

La Irenología: ¿una ciencia para la paz?

A mediados del siglo XX, principalmente tras la II Guerra Mundial, se desarrolló con ímpetu un campo de estudios multidisciplinario que se especializaba en el fenómeno de la paz, desde las ciencias (inter y transdisciplinariamente), que fuera denominado Peace Research (Estudios o Investigaciones para la Paz), y se nutriera de los aportes de sociólogos, filósofos, historiadores, matemáticos, juristas, economistas, etc.

Esta nueva área, buscó a través de la ciencia no precisamente estudiar a o sobre la paz, sino que interpretar, comprender y proponer los caminos que llevan a alcanzarla y desarrollarla, por ello se llamó en español «para» la paz. Es así que, la reflexión se ha enfocado en cuatro fenómenos principales: los conflictos, las violencias, las paces y el desarrollo humano. Con el correr de los años se desarrollaron trabajos de campo, teorizaciones, propuestas epistemológicas, investigaciones coyunturales, encuentros, intercambios, etc, intentando comprender a la conflictividad propia del ser humano, pero siempre con la intención de fortalecer las diversas formas de paz, proponer vías para el bienestar humano, y erradicar o disminuir las distintas expresiones de violencia (entre las cuales se encuentra la guerra, una de sus tantas manifestaciones, más no la única).

En este trayecto, el científico noruego Johan Galtung generó nuevos conceptos sobre la paz y la violencia, entiendo a esta última como aquello que priva a las personas de la posibilidad de satisfacer sus necesidades básicas o desarrollar sus potencialidades, y que va más allá de las meras manifestaciones físicas o psicológicas más conocidas (daño directo), pues las violencias incluyen también a acciones indirectas y simbólicas, caracterizadas por ser menos visibles. Para Galtung:

La violencia está presente cuando los seres humanos se ven influidos de tal manera que sus realizaciones efectivas, somáticas y mentales están por debajo de sus realizaciones potenciales [...] cuando lo potencial es mayor que lo efectivo, y ello es evitable, existe violencia. (1995, p. 83)

Es cierto, el ámbito y la realidad de la paz es mucho más que la mera ausencia de violencia, pero es necesario entenderla, para poder construir y reconstruir tanto una ciencia interdisciplinar como una epistemología y una filosofía de la noviolencia, las alternativas y las transformaciones positivas de los conflictos, hacia el bienestar humano integral.

Entre las propuestas de Galtung resalta la del triángulo de la violencia, desarrollado en diversas etapas a lo largo de los años. Este, contiene a las tres principales clasificaciones del fenómeno, que serían las violencias directas, indirectas o estructurales y culturales. Posteriormente, algunos autores hemos propuesto que también es posible visualizar una pirámide de la violencia (de cuatro caras), al incorporar de manera específica a los temas ecológicos (ver: Oviedo, 2013) como una cuarta categoría.

En el primer caso, de la violencia directa, estaríamos hablando de todas las expresiones físicas, psicológicas y mixtas, que son las formas más visibles de violencia y que persisten en nuestras sociedades, incluso como manifestaciones culturales o artísticas. Estas, obviamente también son practicadas con el fin de mantener privilegios, explotaciones y exclusiones globales.

Por su parte, la violencia indirecta o estructural es aquella que es producida mediada por las instituciones o las estructuras, lo que puede incluir al Estado, la sociedad en general, las organizaciones (de diversos tipos), el sistema social, etc. Se caracteriza porque sus consecuencias y víctimas son más difíciles de detectar, porque se halla oculta e invisibilizada para muchos, y porque sus agentes no siempre pueden ser identificados (difíciles de percibir), constituyendo tanto personas particulares como grupos, organizaciones complejas e, incluso, sociedades enteras. Esta violencia estructural se manifiesta a través de la injusticia social, por ejemplo, en forma de pobreza, hambre, desnutrición, falta de salud, analfabetismo, represión política, desigualdad de género, alienación y otras muchas expresiones que hoy en día se podrían erradicar, al menos si se utilizaran mucho mejor los diversos recursos ya disponibles alrededor del globo.

El tercer concepto es el de violencia cultural (desarrollado en los años de 1990), la que se caracteriza por ser simbólica, subterránea e ideológica (propia de las ideas y culturas); siendo quizás la forma menos notoria o visible, pero un gran obstáculo para la construcción de la paz, sobre todo porque persiste y se reproduce en el imaginario popular. El concepto de violencia cultural hace referencia a todas las distintas prácticas que se utilizan para o tienen como fin apoyar, legitimar o justificar cualquier otra forma, práctica o acciones de violencia; por lo que pretenden dotar de razón o disminuir la negatividad de prácticas que deberían ser rechazadas, condenadas y prohibidas moral y socialmente. Según Galtung, la violencia cultural se manifiesta principalmente a través de la religión, la ideología, las lenguas, el arte y la ciencia (2003 y 2016), por lo que entre sus típicas expresiones nos encontramos al etnocentrismo, la dominación, y todas las expresiones de discriminación entre humanos, como el clasismo, racismo, xenofobia, machismo, sexismo, homofobia, edadismo, capacitismo, lateralismo, gordofobia, etc. (Oviedo, 2017).

Como se puede notar, estamos hablando de conductas, acciones y formas de relacionarse muy comunes en el Sur Global, vinculadas a las exclusiones que han sufrido las «otras» epistemologías y formas de conocimiento no-occidentales. De hecho, el epistemicidio del que han sido objeto a lo largo de la historia (principalmente de la reciente) los saberes, lenguas, cosmovisiones, creencias y culturas de los pueblos del Sur es una clara manifestación de violencia estructural justificada a través de la cultura (violencia simbólica), sea por medio de los líderes, los Estados, los medios de comunicación e incluso los propios científicos. En este mismo análisis, resulta obvio que la idea de Boaventura de Sousa Santos de que no hay justicia social sin justicia cognitiva, es un llamamiento en contra de las violencias culturales y simbólicas, así como de las estructurales o institucionales.

No cabe duda de que las tres dominaciones estudiadas por las Epistemologías del Sur (Santos, 2018) pueden ser caracterizadas como grandes expresiones de violencias, y consecuencias de sus prácticas:

Los factores que están en la base de la dominación varían de época a época. En la época moderna, digamos, desde el siglo XVI, los tres factores principales han sido: el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. El primero es originario de la modernidad occidental, mientras que los otros dos existían antes pero fueron reconfigurados por el capitalismo. La dominación capitalista se basa en la explotación del trabajo asalariado por medio de relaciones entre seres humanos formalmente iguales. La dominación colonial se basa en la relación jerárquica entre grupos humanos por una razón supuestamente natural, ya sea la raza, la casta, la religión o la etnia. La dominación patriarcal implica otro tipo de relación de poder pero igualmente basada en la inferioridad natural de un sexo o de una orientación sexual. (Tejiendo Saberes, 2017)

Todas estas dominaciones están enlazadas a complejas sistemas de violencias culturales o simbólicas, que además de dotarlos de un falso halo de legitimidad, han cumplido históricamente la función de justificar su reproducción a través del tiempo y del espacio, generando imaginarios falsos y/o falaces, que son adoptados tanto por colonizadores como por colonizados, por capitalistas como por explotados, por hombres y por mujeres, etc.

Las violencias estructurales son las manifestaciones indirectas, institucionalizadas u organizadas masivamente, de tal manera a rendir beneficios a favor de unos grupos a costa de otros, exactamente lo que sucede con las tres dominaciones.

En cuanto a la violencia directa, vale mencionar que apoya a las dominaciones tanto desde el nivel micro (maltratos entre personas) como desde el macro (ejércitos, sistemas de control, guerras coloniales e imperialistas, daños psicológicos de toda laya, etc.)

Hacia un mundo menos vital: la ecobiolencia

Existe un último conjunto de prácticas de violencia, el cual aunque no fuera clasificado de manera independiente por Galtung u otros pensadores que siguen sus trabajos, no por ello deba necesariamente subsumirse en otro grupo. Las «violencias contra la naturaleza» (agresiones a la vida y al sistema medioambiental) son presentadas por Galtung como ejemplos de violencia estructural; sin embargo, la ecobiolencia es a la vez tan particular (especial) y se halla tan extendida en el mundo, que necesita ser analizada de manera independiente; además, a diferencia de las otras violencias, afecta claramente a una mayor diversidad de seres (no solo a los humanos), y muchas veces lo hace más a los animales no humanos que a nuestra propia especie. Por otra parte, la violencia cultural la justifica de una manera diferente a la estructural, pues intervienen seres no humanos también.

Existe un último conjunto de prácticas de violencia, el cual aunque no fuera clasificado de manera independiente por Galtung u otros pensadores que siguen sus trabajos, no por ello deba necesariamente subsumirse en otro grupo. Las «violencias contra la naturaleza» (agresiones a la vida y al sistema medioambiental) son presentadas por Galtung como ejemplos de violencia estructural; sin embargo, la ecobiolencia es a la vez tan particular (especial) y se halla tan extendida en el mundo, que necesita ser analizada de manera independiente; además, a diferencia de las otras violencias, afecta claramente a una mayor diversidad de seres (no solo a los humanos), y muchas veces lo hace más a los animales no humanos que a nuestra propia especie. Por otra parte, la violencia cultural la justifica de una manera diferente a la estructural, pues intervienen seres no humanos también.

Por lo expuesto, hemos recurrido al neologismo de eco(bio)lencia para referirnos a una forma de violencia propia de acciones e inacciones humanas que impactan a o desde la Naturaleza, es decir: medioambiente, seres vivos no humanos, otras especies, ecosistemas y/o biosfera; caracterizándose por ser inevitable o innecesaria, porque puede expresarse de manera directa o indirecta y por sus consecuencias negativas que dañan, vulneran, causan sufrimiento, generan dolor, ponen en riesgo las capacidades o disminuyen las potencialidades de los seres humanos y del sistema de vida (o una parte de este), en el presente o más adelante. Como toda violencia, al momento de su ocurrencia debe involucrar a otros seres humanos como potenciales víctimas, sin embargo, esto también puede suceder de forma mediata o en el futuro, a veces incluso no estamos seguros de cómo, cuándo o de qué manera va a repercutir negativamente. Algunas de las manifestaciones de la ecobiolencia son las que producen contaminación, polución, degradación, pérdida de biodiversidad, extinción de especies, cambio climático, alteraciones indebidas del uso del suelo, mal uso de los bienes naturales, agotamiento de bienes no renovables, generación de desechos radiactivos peligrosos, desecho inadecuado o mala disposición de basuras, biomagnificación, emisión de gases dañinos, uso de armas químicas, maltrato animal, ecocidios y otros similares (Oviedo, 2013).

En cuanto al uso de la partícula «bio» como parte del nombre, es adrede, y se explica en que en griego bios significa vida, porque la práctica de la ecobiolencia:

…puede dañar todo lo que se relacione con la vida en la Tierra: los seres vi­vos, los recursos para la vida, la continuidad de las especies, la duración de las existencias individuales, la calidad de vida, las posibilidades para el desarrollo y la evolución de la vida, la biosfera, etcétera. (Oviedo, 2013, p. 54)

Está claro que la ecobiolencia se entrelaza con los diferentes sistemas de dominación, tanto con el capitalismo, como con el colonialismo y patriarcado. Los tres sistemas han utilizado a los animales y a la Naturaleza como objetos, cosificándolos y tratándolos de igual o peor manera a cómo lo han hecho con seres humanos considerados también como sus «inferiores».

No obstante, tanto en los Estudios para la Paz como en los trabajos de los principales teóricos de las Epistemologías del Sur, pareciera que lo ecológico no ha encontrado aún el sitial que se merecería; esto, no solo en atención a la realidad actual (de crisis climática, pérdida de biodiversidad, extinción masiva, contaminación generalizada, ultra consumismo, etc.), sino que también porque el intento de someter a la Naturaleza cumple un papel sumamente importante para mantener distintas dominaciones, opresiones, invisibilizaciones e injusticias diversas, tanto entre humanos como hacia otras especies (pero, vale aclarar que esto es, en realidad, responsabilidad de algunos individuos y grupos humanos, y no de todos los homo sapiens).

Hacer las paces en múltiples realidades y niveles

Yendo al tema central de la Irenología, y realizando un paralelismo con la tipología de la violencia, se habla en los círculos de estos estudios de diversos tipos de paz, los cuales funcionan como antónimos y a la vez alternativas para superar las violencias. Si bien existe una gran variedad de «paces», casi tanta como autores, expondremos brevemente aquí a algunas de las más conocidas y útiles para nuestras analogías.

El propio Galtung había trabajado con las ideas de paz negativa y otra positiva. El primer concepto hace referencia a situaciones de ausencia de guerras y de violencias directas, mientras que el segundo expresa un ideal mayor (una utopía, en realidad), en el que ni la guerra ni la violencia están presentes y además existe justicia social (es decir, se han superado también las violencias estructurales). La paz negativa funciona como contraparte de la violencia directa, ya que las sociedades que viven sin violencias físicas o psicológicas, no necesariamente están en paz ni brindan condiciones óptimas para la dignidad humana, pues la violencia estructural todavía puede manifestarse, independientemente a que sus integrantes la detecten o no. Por su parte, la paz positiva es claramente el antónimo de la violencia estructural que rodea e impacta en las comunidades y sociedades, como un ideal en el que la justicia social gobierna y no existen violencias institucionales, Estatales ni similares.

La cultura para la paz es la obvia alternativa a la violencia cultural, es decir, la promoción de comportamientos, valores, ideales y formas de relacionarse que tiendan a la paz y al rechazo a las violencias. En este sentido, la reducción del conocimiento a un solo modelo epistemológico actúa como expresión de la violencia cultural, y por lo tanto debe ser denunciado y desacreditado, con argumentos desde la diversidad, pluralidad y necesidad de saberes.

Vale mencionar también, como un ejemplo de violencia simbólica contra la naturaleza, a la costumbre de denominar «recursos» a aquello que los indígenas y otros denominan «bienes comunes» o «bienes naturales». Es así que, una verdadera cultura de paz debe también recuperar las muchas formas de «llamar».

En el caso de la eco(bio)lencia, contamos con diversas propuestas pacíficas o de ecopaz. Una de las denominaciones más atinadas podría ser la de paz Gaia, ya que este término hace alusión a la integridad del sistema de vida en el planeta, recordándonos tanto a la diosa griega como a la Hipótesis Gaia de John Lovelock. Está claro que, las actuales metas y los objetivos de desarrollo sostenible, así como la ética ambiental o ecoética, están estrechamente vinculados a la disminución de las diversas prácticas de ecobiolencia que afectan a la ecología o a los llamados derechos de la Madre Tierra o de la Naturaleza.[2]

La ecopaz o paz Gaia sería una situación general o realidad en la cual los seres humanos vivimos en la mayor armonía posible con la Naturaleza o con el resto de las especies con las cuales compartimos el planeta, beneficiándonos también nosotros de un mundo mucho más apto, diverso y bello, más agradable, que más fácilmente nos enseña sus secretos, y más justo [...] va de la mano con relaciones económicas que no comprometan las posibilidades y requerimientos de las generaciones futuras, promoviendo el bienestar humano por sobre el crecimiento económico, sin necesidad de afectar severa­mente ni mucho menos irremediablemente la Naturaleza. (Oviedo, 2013, p. 66)

¿Cuatro dominaciones modernas?

Las tres dominaciones modernas se nutren y refuerzan con la ecobiolencia, pues el capitalismo sobreexplota y degrada a la Naturaleza (hasta el punto que la considera algo así como un mero almacén de recursos) para obtener beneficios, sin importar las consecuencias a otras personas y seres (mucho menos lo que sucederá a mediano y largo plazo).

En primer lugar, el capitalismo se basa en la generación de ganancias, vinculada al egoísmo y la explotación del humano por el humano, pero en este ímpetu, recurre a la mediación de la Naturaleza, incluso llegando a generar algo que podríamos denominar plusvalía verde o ecológica, que consiste en obtener ganancias extras para el empresario o el dueño de los medios de producción por no pagar el valor agregado que obtiene de las materias primas tomadas o por no hacerse cargo de las consecuencias ecológicas de los actuales sistema de producción insostenibles. De esta manera, por ejemplo: el extractor no repone la madera utilizada; las fábricas no se hace cargo de las millones de toneladas de plástico no biodegradable que van a parar a los cauces hídricos, mares, bosques, etc.; y, las industrias no pagan por los daños indirectos a la salud de humanos y no humanos (debido a sus prácticas).

En segundo lugar, el colonialismo se asentó y se asienta aún en una gigantesca deuda ecológica del Norte con el Sur,[3] que aquella no reconoce ni pretende pagar (¡mucho menos!). Esta deuda se debería principalmente a la extracción de materias primas, metales y piedras preciosas durante siglos, sin retribuir nada por ellos o por un precio totalmente injusto para los pueblos colonizados. El concepto también hace alusión al desnivel entre el consumo y la contaminación generados en los países del Norte Global con respecto a los del Sur Global, los cuales generalmente sufren un mayor impacto por las emisiones de gases de efecto invernadero, por la generación desmedida de desechos, por las alteraciones en el uso de suelo, etc.

Por último, sobre el patriarcado, recordemos que las ecofeministas han denunciado (con bastante atino) que existiría una conexión histórica, simbólica, estructural y teórica entre la explotación de las mujeres y la explotación a la Naturaleza, por parte de los hombres. Justamente, el ecofeminismo es tanto una corriente de pensamiento ético como un movimiento social, de tendencia claramente pacifista.

En modo de pensamiento patriarcal que subyace a la ciencia moderna, el par cultura/naturaleza se encabalga de forma clave con el par masculino/femenino. Naturaleza y mujer se asocian con lo irracional y por tanto, con aquello que necesita ser domesticado y controlado. (Ecologistas en Acción, 2008, p. 7)

Las Epistemologías del Sur reconocen la importancia de la dimensión ecológica, así como las muchas aportaciones a los ideales de sostenibilidad que los distintos saberes del Sur están realizando (con el sumak kawsay, Pachamama, jopói, etc.). Sin embargo, no parece desatinado afirmar que el dominio de la Naturaleza tal vez debería ser reconocida como la cuarta forma de «dominación moderna», junto a las otras señaladas por Boaventura de Sousa (quien en sus trabajos inicialmente no se refiere al patriarcado). En nuestro caso, se presenta la característica de que la dominación a los humanos es menos directa, a pesar de y quizás porque se basa principalmente en la explotación de seres no humanos. Una cuarta dominación, podría denominarse sobreexplotación y degradación de la Naturaleza, desarrollismo insostenible o incluso ecobiolencia.

La ecobiolencia es claramente una expresión más de un sistema general de sometimiento y explotación a los seres humanos, pueblos y comunidades, porque se instala a través de prácticas y acciones que generan hambre, dependencia, pobreza, abandono de hogares, migraciones forzadas, pérdidas de fuentes de trabajo, etc. De esta manera, no se domina a la Naturaleza solo para obtener beneficios materiales de ella o para enriquecerse, sino que también como una práctica de poder y como un mecanismo de control a los pueblos considerados periféricos, no centrales o del Sur, y dentro de estos últimos por parte de las élites hacia los históricamente discriminados: campesinos, mujeres, afroamericanos, extranjeros, etc.

Aprendiendo de los diversos saberes

Tal como las nuevas epistemologías vienen diciendo, el Norte Global tiene mucho que aprender de los «otros» conocimientos tradicionalmente relegados, excluidos y marginados, como los propios de los pueblos indígenas de América (a pesar de todo lo que ya se ha perdido durante los procesos de conquista, colonización y formación o desarrollo de las nuevas repúblicas). El mismo Boaventura de Sousa Santos ha citado en más de una ocasión a conceptos no eurocéntricos de suma importancia para el pensamiento ambientalista contemporáneo, como la Pachamama y el sumak kawsay («bien vivir», idea o noción de vida originaria de etnias andinas y del centro de Sudamérica), como ejemplos de contenidos o formas de ser que deben entrar en diálogo con la ciencia, la filosofía y otros saberes del mundo.

Entre los guaraníes, por ejemplo, se destaca la existencia de varias ideas relacionadas al concepto anteriormente mencionado y que además promueven la construcción de verdaderas culturas de paz entre humanos y con los demás seres vivos. Algunas de estas son las de teko porã (vivir bien, modo de ser similar al «sumak kawsay» andino) y la de jopói [pronunciado: yopoi] (regalo o don), Esta última, en las culturas guaraníes, particularmente dentro de sus economía de la reciprocidad (que se extiende no solo entre los humanos, sino también a la Naturaleza), constituye el:

Fundamento tradicional e inmemorial del intercambio de bienes en la mayoría de los pueblos originarios, que son y han sido. En esa economía la primera regla es el dar y recibir de manera gratuita y general, sin regirse ni por cantidad ni por lapsos de tiempo. En la lengua guaraní el jopói tiene una semántica bien acuñada y una contextualización muy definida: significa «manos abiertas recíprocamente», y pretende la comunicación generalizada de lo que se tiene y de lo que se es: don de bienes y don de palabras. (Melià, 2003)

Fuente de aprendizaje y de inspiración para reestructurar las relaciones de la humanidad con el medioambiente, estos otros «otros» saberes han sido históricamente perseguidos, borrados, reducidos a una categoría inferior, y todo esto pese a que:

Para los guaraníes, así como para otros pueblos, la buena vida se daba en un contexto de armonía con la Naturaleza, de preeminencia de lo colectivo frente a lo individual, de una ética comunitaria y de una mayor justicia social. (Oviedo, 2014, p. 241)

El teko porã, por su parte, está formado por teko (vida o modo de ser) y porã (bueno o bello), es decir es la buena/bella vida, las buenas costumbres o vida ética: «hay buen vivir, cuando hay armonía con la naturaleza y con los miembros de la comunidad, cuando hay alimentación suficiente, salud, paz de espíritu. Es también identidad cultural plenamente poseída y libre de amenazas» (Melià, 2015).

Las culturas originarias, muchas de las cuales corren alto riesgo de desaparecer (lo cual no es una coincidencia precisamente), son justamente de las que destacan por sus buenas relaciones con el medioambiente, por su desapego a los males de la modernidad y por el rechazo al capitalismo (con su consumismo), al colonialismo y a la ecobiolencia.

El camino a otros mundos posibles

Pero la confluencia de caminos entre epistemologías no será solo ecológica. Analizando los textos propios de las Epistemologías del Sur y de la Epistemología para la Paz, se hallan numerosos puntos en común, tanto en sus intencionalidades como en sus críticas, aperturas y búsquedas. Si bien ambas surgen en contextos diferentes y con teóricos no directamente relacionados entre sí, está claro que las dos son producto o están impulsadas principalmente por la desconfianza en el ultra racionalismo o en el pretendido universalismo de la ciencia hegemónica y cultura única.

A esta inquietud de la inicial Investigación para la Paz se unen, al menos, las aportaciones feministas que nos hacen reflexionar sobre la masculinidad de ese modelo de ciencia, y las voces de las otras culturas —autóctonas, indígenas— que nos hacen caer en la cuenta de la occidentalidad de la ciencia.

Hemos sido los «indígenas» masculinos blancos de un lugar del mundo, el Occidente del Norte, quienes hemos modelado un tipo de saber, de conocimiento, de ciencia, que hemos considerado e impuesto como universal. (Martínez Guzmán, 2000, pp. 50-51)

Los teóricos de ambas corrientes exponen ideas y posturas que sorprendentemente poseen direcciones u objetivos bastante similares. Si bien el tema se presta para largos análisis y analogías, luego de una simple revisión estamos en condiciones de mencionar a algunos de estos puntos de encuentros, principalmente referidos a denuncias, críticas y propuestas que aparecen formuladas de manera similar en ambas epistemologías (del Sur y para la Paz):[4]

.

  • Crítica a la idea del progreso (indefinido o creciente).

  • Oposición a la idea de la supremacía de lo empírico y racional.

  • Rechazo a la exaltación del complejo científico-tecnológico-industrial.

  • Denuncia del eurocentrismo.

  • Anti-objetivismo y anti-cosificación del conocimiento.

  • Crítica a la supuesta superioridad de las ciencias y técnicas occidentales.

  • Reconocimiento y promoción de la diversidad cultural.

  • Apuesta por la apertura a las múltiples miradas.

  • Estudios orientados a la justicia social.

  • Aceptación de diversas formas de conocer y de entender.

  • Diálogos de saberes.

  • Búsqueda de una nueva/otra relación con la Naturaleza.

Giro epistemológico (kantiano) o cambio paradigmático pacífico hacia el Sur

Entre los investigadores para la paz resaltan los intentos de renovar a las epistemologías tradicionales con otras miradas, atendiendo a la necesaria inclusión de los excluidos, de la diversidad cultural y de los conocimientos populares. Analizaremos a continuación dos de las propuestas que presentan similitudes y preocupaciones comunes con las del Sur.

El filósofo Vicent Martínez Guzmán había impulsado la realización de un giro epistemológico, al estilo kantiano, pero desde la ética comunicativa, el «diálogo de civilizaciones» y «la asunción de la categoría de género» (2000). El giro sería una analogía a lo realizado por Kant en la teoría del conocimiento, con su «giro copernicano»; formulado con la intención de dirigirnos a un cambio conceptual, al rechazar a la unilateralidad de la razón (pues hay muchas «razones» en el mundo, y una gran diversidad de saberes vernaculares), mediante el abandono de la objetividad en favor de la intersubjetividad y centrándonos más en la paz que en las violencias. Otros ejes o bases del nuevo giro, son: la perspectiva del participante (más que la del observador), la no dicotomía entre hechos y valores, una epistemología comprometida con los valores y la comunicación, el «realismo» de los trabajadores por la paz,[5] la importancia del cuidado y la ternura (algo promovido especialmente por las feministas), el mundo como diversidad, el humano como una parte de la naturaleza superando la dicotomía entre esta y la cultura, y nuevas formas de ser masculinas y femeninas (Martínez Guzmán, 2001).

En líneas similares, el pensador Francisco Jiménez Bautista (2011) ha propuesto a lo largo de sus numerosos artículos y libros (siguiendo la epistemología de Kuhn), lo que considera algo más que un giro: realizar un «cambio de paradigma» en los Estudios para la Paz y en las mentalidades, que debe servir para mejorar la condición humana, promoviendo lo que él denomina paz neutra (algo así como la neutralización de las violencias culturales a través de la transformación de los conflictos). Esta mirada, desde su rechazo al etnocentrismo, también nos acerca a los otros saberes (los del Sur, lo de los excluidos), porque justamente como el mismo autor reconoce: aunque no es fácil realizar la aproximación científica a la paz (que deberá ser multi, inter y transdisciplinar), sí puede lograrse, por ejemplo si recurrimos, entre otras cosas, a la transculturalidad y la diversidad cultural (2011, cap. IV).

Desde el Sur y para la paz: una epistemología analógica

La Epistemología Analógica, también conocida como Nueva Epistemología, surgió principalmente en México, vinculada a la Hermenéutica Analógica de Mauricio Beuchot y a la Pedagogía de lo Cotidiano (PECOTI) del homenajeado de esta publicación, Luis Eduardo Primero. La propuesta, es un ejemplo de encuentro entre lo propio de las Epistemologías del Sur y las Epistemologías para la Paz, no precisamente porque se iniciara en Latinoamérica, sino porque se expresa como un intento de superación de la modernidad, el capitalismo, al patriarcado, al (neo) colonialismo y a la destrucción ecológica (y de crítica a los problemas derivados), denunciando con insistencia al eurocentrismo. en el intento por construir una nueva epistemología, con un pensamiento científico «plástico, flexible y de rostro humano», que deberá abandonar el actual univocismo, disponiéndose al diálogo y al acuerdo con otras formas de pensamiento (Beuchot y Primero, 2012 y 2015)

Todo esto, en el marco de las luchas globales (intelectuales, en este caso) por otro mundo posible, más justo y pacífico, en el que la diversidad se reivindica, La crítica al capitalismo y al (neo) colonialismo son constantes, especialmente desde el ámbito de la educación, sin olvidar la cuestión de la opresión a las mujeres; tal como afirmara Luis Eduardo Primero:

El neocolonialismo, también debe ser considerado en el actual dominio del capitalismo financiero y transnacional, en tanto es una fuerza activa en la actual hegemonía, operando de modos diversos [...] La PECOTI es una pedagogía histórica en tanto su génesis surge de la búsqueda del cambio históricosocial por un mundo mejor, más justo, bueno, civilizado, ecológico, postpatriarcal y postcolonial, que permita una vida superior, como hoy se busca activamente en México, impulsada por la mayoría de su población que asume la esperanza del proyecto político en marcha (2019, pp. 138-139)

Por si hubieran dudas, el mismo Primero, se refiere a su propuesta para avanzar a una «buena educación» y una «nueva formación humana», con estos términos:

…su construcción se realiza a través de las referencias bibliográficas pertinentes a autores europeos y del Sur contemporáneos, interpretadas desde una conceptuación postcolonial, modo de concebir la vida, el mundo y la historia inspirado en la filosofía creada por quien escribe e inspirada en los autores identificados con el poscolonialismo, pensadores de una ideología centrada en una filosofía de la historia y su correlativa consciencia social, que recupera lo bueno generado en el devenir de Occidente y las contribuciones realizadas por las culturas originales y las filosofías del Sur, que complementan un saber más adecuado para el conocimiento que hoy requerimos, que debería estar dirigido a la buena vida y por ende a vivir en paz. (2019, p. 77)

En la interesante cita anterior, encontramos no solo alusiones al Sur y a la paz, sino que también se llama a superar el colonialismo, desde la pedagogía, encaminándonos hacia una «buena vida» concepto que, como hemos visto, es propio de los indoamericanos, pero que ya ha penetrado la política, academia e incluso economía globales.

Además, también la preocupación ecológica emerge como punto bisagra entre epistemologías, con las Epistemologías del Sur y las Epistemologías para la Paz. En sus escritos, Luis Eduardo Primero, destaca como uno de los epistemólogos que denuncian los distintos daños en contra del medioambiente, por parte del actual sistema capitalista «depredador»:

Estamos en una situación histórica donde la producción capitalista [...] ha llegado a grados alarmantes de hacer peligrar la vida en la Tierra, y sobran datos para validar esta afirmación. Esta situación cercana a la catástrofe engloba diversos aspectos de la ecología, que van desde el calentamiento global del planeta, a la depresión psico-afectiva creciente de la población mundial, pasando por el aumento de la llamada «comida chatarra», la obesidad y muchos males más, claros indicios de una época obscura e incierta, requerida de una nueva epistemología que tendrá como primera característica central ser ética, para ser simultáneamente comunicativa, humilde, sosegada, caritativa y saberse y pensarse al servicio de la vida humana. (Beuchot y Primero, 2012, pp. 108-109)

Ante todo esto, el autor nos invita a cuidar la salud del planeta y «pensar bien ecológicamente», en ambientes sanos, no contaminados ni tóxicos (2019).

La Epistemología Analógica también va a coincidir con las del Sur y para la Paz en que se recupera a las culturas originarias o nativas, es decir, se preocupa por sus saberes, sus «pensares mágicos», sus modos de conocer y de entender la realidad, para dialogar entre culturas en busca del pretendida «paz perpetua» (Primero y Beuchot, 2015); más allá del optimismo de la Ilustración y de la estrecha visión de la modernidad, ante la cual refieren que nos encontramos «desencantados»; es decir, usando el mismo calificativo que Boaventura de Sousa reserva para el «conocimiento científico moderno» (2009, p. 37).

Los pueblos y naciones hindúes, de algunas partes de África —particularmente del Norte—, de El Caribe y de América Latina (especialmente los pueblos y naciones mayas, náhuatles, totonacos, negros, o afrodescendientes, guaranís, mapuches, y en general, los indígenas en lucha en Colombia, Ecuador y Bolivia), han recobrado su manera de sentir y conceptuar, y su manera de formalizar el conocer, su pensamiento, tiene un sello que sin duda corresponde con lo mágico, y esta es una línea a investigar, que seguramente dará muchos y productivos resultados, especialmente por la recuperación que hacen de lo hierofántico, del vínculo sacro o sagrado con la naturaleza y lo inmediatamente vital, expresado en el respeto a la Pachamama, la Madre Tierra, fuente de toda vida, y con la cual debemos vincularnos con una hierofanía perdida por el triunfo del capitalismo sobre la vida, y las consecuencias que ha tenido en todo tipo de entorno. El desarrollo moderno, burgués-capitalista, ha sido destructivo de manera generalizada, y su triunfo es un agravio histórico que aún es un peligro latente y patente a nivel global. (Primero y Beuchot, 2015, p. 82)

No se puede dejar de resalta la esencia de la Epistemología Analógica, pues se basa en un elemento que resulta útil para complementar tanto al giro epistemológico o cambio de paradigma pacífico, como a la ecología de saberes[6] de las Epistemologías del Sur. Se trata de la analogicidad, por la cual, se rechaza al univocismo (la búsqueda de la única interpretación, propia del positivismo y la modernidad) y al equivocismo (el todo vale de los posmodernos y pseudocientíficos), es decir, es contrario al subjetivismo y al objetivismo extremos. Esta forma de comprender e interpretar la realidad, desarrollada por Mauricio Beuchot, es retomada por Primero en sus trabajos, como cuando habla del pensamiento mágico, abriendo el conocimiento a los otros saberes, pero con la ventaja de que no serán válidas todas las interpretaciones posibles, ni tampoco el pensamiento se reducirá únicamente al occidental.

Última vuelta de tuerca y recomendaciones

A partir de las reflexiones ofrecidas, será necesario avanzar hacia nuevas epistemologías, y nuevas formas de educar para la paz, aunque trabajemos en contextos de violencias. Las nuevas epistemologías y pedagogías se han desarrollado y se siguen expresando tanto desde el Sur Global como desde el Norte Global, confluyendo por muchas vías; una de las cuales es la ecológica, que además constituye una de las que precisan de más herramientas conceptuales y aproximaciones.

Por supuesto, las Epistemologías del Sur surgen como alternativa para transitar hacia las paces que los pueblos buscan en todo el mundo, entre humanos y con la Naturaleza. En este orden, concordamos con lo expresado por Sandoval Forero y Capera (2020) que pretenden que asumamos a la paz como un «campo de investigación social/popular [pero con] una mirada crítica sobre las epistemologías tradicionales de paz [...] en el marco de proyectar otros escenarios posibles y distintos a los dominantes/tradicionales [y] una perspectiva descolonizadora de los estudios de paz en Nuestra América» (p. 25). Solo de esta manera podemos avanzar sobre las dominaciones actuales del capitalismo, neocolonialismo, patriarcado y ecobiolencia.

Los Estudios para la Paz seguirán transitando sus caminos, pero si no se abren a los otros saberes y las formas no-tradicionales de conocer no podrán aspirar a menores niveles de violencia, por lo que no estaría siguiendo sus propios principios inclusivos. Sus estudiosos lo saben, de ahí que se han propuesto alternativas como el giro epistemológico de Vicent Martínez y el cambio de paradigmas de Francisco B. Jiménez, las cuales se acercan de diversas maneras a los análisis y las estructuras realizadas por las Epistemologías del Sur, con las que además se complementan mutuamente.

Las Epistemologías del Sur, por su parte, se orientan a la justicia cognitiva y social y al desarrollo humano, en otros términos, a las paces. Es por esto, que los aportes de los irenólogos y de los intelectuales pacifistas enriquecen sus reflexiones con sus miradas.

Como se ha visto aquí, existen otras epistemologías con metodologías, misiones y visiones que colaboran en los intentos de superación del univocismo de la ciencia y filosofía hegemónicas contemporáneas. Esas nuevas epistemologías están ahí, quizás menos visibles y escritas en lenguas menos «internacionales», pero no por ello son menos valiosas. Entonces, la tarea es múltiple, pues va desde el descubrimiento, hasta el diálogo intercultural, a la difusión e implementación.

Somos conscientes de que las tareas son difícil, compleja y extenuante, pero también de que provistos con los diversos saberes del mundo, comprendidos en los nuevos horizontes epistémicos y hermenéuticos, la verdad es que: vale la pena intentarlo.

Referencias bibliográficas

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Gómez Santibañez, G. (2010). Ejes epistemológicos de los estudios para la paz [Informe]. Centro Interuniversitario de Estudios Latinoamericanos y Caribeños. http://biblioteca.clacso.edu.ar/Nicaragua/cielac-upoli/20100707060340/C1.pdf

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Primero Rivas, L. E. y Beuchot Puente, M. (2015). Desarrollos de la Nueva Epistemología. Universidad del Cauca.

Primero Rivas, L. E. (2019). La UPN es más importante que PEMEX. Torres Asociados. https://bit.ly/LEPRdescargaUPN

Sandoval Forero, E. A. y Capera Figueroa, J. J. (2020). Una mirada anti-hegemónica y descolonizadora de los estudios de paz en Nuestra América. En Fondo de Pub. del LISYL, Red CoPaLa, Red de Pensamiento Decolonial, Revista FAIA y F. E. M. Briceño (Ed.). Epistemologías decoloniales para la paz en el Sur-Global. Universidad de los Andes. https://app.box.com/s/xh3nrr87mnwdgvzr0ijk58jxqal8cltk

Santos, B. de Sousa, (2009). Una epistemología del Sur. La reinvención del conocimiento y la emancipación social. Siglo XXI.

Santos, B. de Sousa, (2011a). Epistemologías del Sur. Utopía y Praxis Latinoamericana, 16 (54). https://produccioncientificaluz.org/index.php/utopia/article/view/3429

Santos, B. de Sousa, (2011b). Introducción: Las Epistemologías del Sur. En CIDOB. (Ed.). Formas-Otras. Saber, nombrar, narrar, hacer. IV Training Seminar de jóvenes investigadores en Dinámicas Interculturales. https://www.files.ethz.ch/isn/141896/Formas%20Otras%20(Nov%202011).pdf

Santos, B. de Sousa, (2018). Introducción a las Epistemologías del Sur. En Meneses, M. P. y Bidaseca, K. Epistemologías del Sur: Epistemologias do Sul. CLACSO. http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20181124092336/Epistemologias_del_sur_2018.pdf

Tejiendo Saberes. (2017, 20 de agosto). Boaventura de Sousa Santos. Contra la dominación. Colectivo Tejiendo Saberes PTDG. https://democraciaglobal.org/boaventura-sousa-santos-la-dominacion/

Notas

[1] Escribimos este término con mayúscula inicial como señal de respeto, pero también para resaltar su función sustentadora de vida y para distinguir de otros usos del mismo término.
[2] Especialmente en Sudamérica se ha desarrollado una interesante jurisprudencia y debate académico acerca de estas visiones tomadas de los pueblos indígenas. Para más información puede consultarse el texto de Oviedo (2014) o los escritos de autores especializados como Alberto Acosta, Esperanza Martínez y Eduardo Gudynas.
[3] El concepto, que es propio de la ecología política y ha generado tanto campañas como escritos, fue acuñado por María Luisa Robleto y Wilfredo Marcelo, en 1992 en Chile.
[4] Al respecto, fueron consultados diversos textos. En el campo de las Epistemologías para la Paz: Martínez Guzmán (2000 y 2001), Gómez Santibáñez (2010) y López (2004); sobre Epistemologías del Sur: Santos (2009, 2011a, 2011b y 2018) y Tejiendo Saberes (2017).
[5] Vicent Martínez había criticado a quienes acusan de «idealistas ingenuos» a los pacifistas, argumentando que en realidad son los que creen en la violencia y la guerra los ingenuos, porque a través de estas vías no se puede construir un mundo mejor, siendo más probable que por esos caminos se ponga en riesgo la propia existencia de nuestra especie.
[6] Con este término designa Boaventura de Sousa denomina a su alternativa, que «confronta la monocultura de la ciencia moderna [...] basada en el reconocimiento de la pluralidad de conocimientos heterogéneos y en las interconexiones continuas y dinámicas entre ellos sin comprometer su autonomía [...] básicamente una contra-epistemología [donde] la búsqueda de intersubjetividad es tan importante como compleja» (2009, p. 182,185,188).


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