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INDIGENISMO ZAPATISTA EN LA PANDEMIA SARS-COV2 (COVID19). IMAGINARIOS Y ESTÉSTICAS DEL LENGUAJE EN TIEMPOS DE RESISTENCIA Y ESPERANZA
Zapatista Indigenism in the SARS-COV 2 Pandemic (Covid 19) Imaginaries and Aesthetics of Language in Times of Resistance and Hope
Revista CoPaLa. Construyendo Paz Latinoamericana, vol. 6, núm. 13, pp. 3-23, 2021
Red Construyendo Paz Latinoamericana

Artículos

Revista CoPaLa. Construyendo Paz Latinoamericana
Red Construyendo Paz Latinoamericana, México
ISSN-e: 2500-8870
Periodicidad: Semestral
vol. 6, núm. 13, 2021

Recepción: 11 Marzo 2021

Aprobación: 27 Mayo 2021

©Revista CoPaLa, Construyendo Paz Latinoamericana

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Resumen: En este texto desarrollaré cómo la violencia actualiza cronologías concretas del Capital, al mismo tiempo que un “estado de excepción” de palabras mediadas por la esperanza. Frente al drama histórico sobre la naturaleza y culturas-simbólicas colonizadas por el fetiche del dinero, subrayaremos cómo la consciencia e inconsciencia, miedos y esperanzas implícitos en problemáticas alienadas de la pandemia, son parte constituyente de las ruinas provocadas por el sistema formal, integro, estructural y funcional del trabajo abstracto en identidades indígenas y nacionalismos; valor y fetichismo de la mercancía y el dinero. Insistiremos cómo aspiraciones en tiempos largos de la historia portan en cuerpos y subjetividades una crítica a la violencia del trabajo abstracto. Destacaremos cómo sensibilidades en poesías, leyendas y tradiciones del arte de la palabra engendran cualidades memoriales para la producción de espacios alternativos. En un dialogo con espectros de la tradición crítica, notaremos cómo espiritualidades del tiempo teológico se renuevan contra tiranías en estos tiempos oscuros de fe en el ídolo-progreso-dinero-muerte militarizado. Por esto, para ir más allá de repeticiones catastróficas pre-post-des-colonialistas, lo Mismo revolcado por los reformismos del momento, los indígenas zapatistas se embarcan en una alta montaña de altamar, pero a contracorriente, otra vez, de nuevas normalidades capitalistas.

Palabras clave: Pandemia, Lenguaje, Resistencia, Tradición, Violencia.

Abstract: In this text will be developed how violence actualizes concrete chronologies of Capital at the same time that a " state of exception " of words mediated by hope. In the face of the historical drama concerning nature and symbolic-cultures colonized by the fetish of money, it will be underlined how the consciousness and unconsciousness, fears and hopes implicit in the alienated problematics of the pandemic, are a constituent part of the ruins provoked by the formal, integral, structural and functional system of abstract labor in indigenous identities and nationalisms; value, merchandise fetishism, and money. It will be emphasized how aspirations in long times of history contain in entities and subjectivities a critique against the violence of abstract labor. It will be highlighted how sensitivities – in poetry, legends and traditions of the art of the word– create memorial qualities for the production of alternative spaces. In a dialogue with specters of the critical tradition, we will note how spiritualities of the theological time are renewed against tyrannies in these dark times of faith in the militarized idol-progress-money-death. Thus, in order to go beyond catastrophic pre-post-des-colonialist repetitions, the same thing examined by the reformisms of the moment, the indigenous Zapatistas embark on alta montaña de altamar, but once again, counter-current to new capitalist normality.

Keywords: Pandemic, Language, Resistance, Tradition, Violence.

Texto artículo[2]

En 2021, palabras y acciones en las constelaciones: una montaña zapatista en altamar

Desde 1994, frente a las catástrofes de guerras pasadas, mediadas por la violencia capitalista, indígenas zapatistas prenden “lucecitas serpenteantes” de palabras inscritas en poesías y danzas que comp-arte-n en encuentros internacionales, fiestas y rememoraciones de sus caminares por los derechos indígenas. En lo que llamaron simbólicamente la marcha del color de la tierra, podríamos decir que hay un parteaguas en los tiempos de resistencia indígena[3]. Desde la misma realidad dolorosa centenaria de las comunidades, para ser mejor escuchados por otros mundos, balbucearon, silenciosamente, sensibilidades de palabras en la producción de espacios: la libertad según la experiencia zapatista de gobierno autónomo, sobre todo con la importante participación de mujeres en la “escuelita zapatista”[4].

Después de años de resistencia, invisible en el mundo mediático, se embarcan para el reconocimiento de sentimientos atesorados en capitales simbólicos de la historia de resistencias minúsculas. Aunque fragmentados por fronteras nacionales establecidas por la violencia del Capital, los zapatistas consideran que los mundos de resistencia en el planeta tierra son tan cercanos, tanto por el mundo globalizado de injusticias que por orígenes de resistencias culturales-simbólicas[5]. Como diría el Subcomandante Moisés, ya que aprendieron que el “sueño que no abarque el mundo es un mundo pequeño”, su iniciativa estratégica de 2021, atravesar el Atlántico, viajar a Europa y otros mundos dinamiza agujas del reloj de la historia como un campo de batalla (Traverso, 2012). En sentido contrario a los más de 5 siglos de colonización simbólica de cuerpos y subjetividades sociales, la importancia de tiempos de reconocimiento, sobre distintas identidades establecidas por el mestizaje dominante y racista en México, actualiza posibilidades en la tormenta de la crisis capitalista de un mundo con muchos mundos. En el comunicado del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (CCRI-EZLN, 2020), titulado Sexta parte: una montaña en alta mar[6], exponen la maduración de su pensamiento durante la pandemia, pero, también, su experiencia cultural en problemáticas constantes de represión[7].

Primero, conscientes de la importancia de la mirada y escucha del Otro, observan históricamente el mundo fragmentado por diferencias establecidas por el orden simbólico de identidades y nacionalidades, “ajenas entre si” por distancias, tierras, cielos, montañas, valles, selvas, idiomas, edades, identidades sexuales, fronteras y otros confinamientos sistemáticos y funcionales de la fragmentación capitalista; pero unidas por la esperanza contra la opresión del “progreso” y la “modernidad” del sistema operante en el sistema político institucional; ese verdugo patriarcal, racista y criminal del Otro.

Segundo, sienten como la naturaleza vive con una “herida de muerte” y previenen que su agonía duele porque lo peor, inscrito en finanzas y megaproyectos industriales, está por venir. Para ellos y ellas “la catástrofe de la naturaleza”, creada por el sistema dominante, anuncia la siguiente”: sangre y desertificación por donde pasa, dirían los espectros de Karl Marx (1977) y Eduardo Galeano (1983): acumulación de Capital en las venas abiertas de América Latina. En las constelaciones de líneas fundamentales de la crítica a la economía política de Marx los indígenas advierten que no olvidan que están mediados por el trabajo abstracto, el fetiche del dinero como responsables del dolor, pero también que se han armado de verdad y fuego desde la memoria (Cf., EZLN, 1994 y 1995) que, parafraseando los textos sobre la Memoria del Fuego de Eduardo Galeano (1981, 1991a y b), en el siglo de vientos ha dado nacimientos a una cultura simbólica con rostros adoloridos y mascaras históricas a contrapelo de la violencia capitalista.

Tercero, miran y escuchan como la muerte y la destrucción no son algo lejano ni limitado a fronteras nacionales, sino que la subjetividad del Capital está por doquier, en cada ciudad, cada casa, cada hombre, cada mujer, cada vida dañada habitando el planeta (Adorno, 2004). Entonces, cuestionan las lógicas de los grandes de las democracias y nacionalismos mediados por el capitalismo; que erigen muros racistas, chauvinistas y neofascismos con policías y militares. Advierten que la guerra que están organizando los grandes del planeta para salir de su crisis, no solamente alimentan historias racistas y excluyentes del Otro, sino que, en la confusión y el miedo por el narcotráfico, organizan cercos militares y persecuciones de otra creatividad cultural que se les oponga[8].

“Frente al pensamiento crítico […], la muerte que plantan, cultivan y cosechan no es sólo la física; también incluye la extinción de la universalidad propia de la humanidad -la inteligencia-, sus avances y logros. Renacen o son creadas nuevas corrientes esotéricas, laicas y no, disfrazadas de modas intelectuales o pseudo ciencias; y las artes y las ciencias pretenden ser subyugadas a militancias políticas” (CCRI-EZLN, 2020).

En el cuarto punto expresan cómo los ha afectado la pandemia. Mencionan que optaron por el cuidado y la aplicación de medidas sanitarias, pero, aun así, consideran que, ante la situación en sus comunidades abandonadas, sin suficientes lugares de salubridad pública, debieron extremar las precauciones, pues, hasta octubre del 2020, se habían sumado 12 fallecimientos en sus filas. El virus no solamente mostró las “vulnerabilidades del ser humano” frente a la muerte, sino también las fragilidades del sistema de salud que apostó por cifras y competición entre países, en lugar de subrayar la tragedia social del sistema de salud mexicano, condicionado por lógicas del mercado mundial: desarrollo y subdesarrollo establecido en su existencia estructural. En este marco estructural evidenciaron problemas universales del dolor en los mundos del mundo. El problema no es local, regional o nacional, sino mundial. Por lo cual, con ecos de los condenados de la tierra (Cf., Fanon, 2002), las comunidades volvieron a salir del silencio.

Por eso, como quinto punto, miran cómo las resistencias y rebeldías en el mundo son claves históricas, ecos de palabras contra las lógicas de la guerra programada en el presente militarizado.

En este comunicado, Sexta Parte, cuestionan radicalmente a los dirigentes estatales, “el maquinista [que] olvida que es sólo un empleado más y cree, ingenuo, que él decide el camino, cuando no hace sino seguir la prisión de los rieles hacia el abismo”. Consideran que las resistencias tienen sus diferencias socio-históricas, singulares y particulares con niveles simbólico culturales, sus modos geográficos, pero todas están mediadas por la violencia organizada mediante discursos llenos de encuestas manipuladas por el sistema electoralista del poder. Como sexto punto, deciden conectar venas históricas del dolor y el sufrimiento, lejanas y fragmentadas en el mundo vivido y actuado en las resistencias, pero tan cercanas por el corazón colectivo del principio esperanza (Bloch, 1977a: I) que abrazó, protegió y los salvó durante todos estos años de construcción del todavía no aún en las comunidades. En ese documento a contrapelo de la historia anuncian, con una poética de alegría por la vida, “que es tiempo de nuevo para que bailen los corazones, y que no sean ni su música ni sus pasos, los del lamento y la resignación” de los mitos del desarrollo y el progreso capitalista.

Aunque no sepan nadar en las profundidades del maravilloso Océano Atlántico, su proyecto o locura, diría el SupGaleano (2020a), busca enriquecerse del dialogo con posibilidades de diferencias culturales y políticas en el Viejo Mundo (según una definición de los primeros encuentros entre el viejo y el nuevo mundo des-cubierto en los caminos para llegar a las maravillas del paraíso perdido -Cristóbal Colón- durante las guerras de colonización y/o búsqueda de conquista de imaginarios). Viajaran con sus refracciones culturales acumuladas durante siglos; y por qué no: milenios prehispánicos de símbolos con la naturaleza que habitan la crítica al mundo capitalista. Entonces, con esta motivación cultural, esta vez, no irán para ser expuestos en ferias colonizadoras como salvajes o animales, sino para conectar tiempos de resistencias contra la racionalidad instrumental que conlleva una separación y desvalorización de culturas milenarias. Según ellos y ellas, no van a mostrar una superioridad racial o geográfica, sino para fortalecer posibilidades de imaginarios que enfrentan y enfrentaran espacialmente la guerra programada por los discursos de fragmentación imperialista y nacionalista, xenófobos y racistas del mundo moderno.

Tampoco, afirman, irán a exigir perdón, como hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2019, durante las conmemoraciones de la llegada de Hernán Cortés a este mundo indígena mesoamericano, llamado en náhuatl Tlalticpac (mundo-tierra) o Cemanáhuac (universo-mundo)[9]. Menos querrán mostrar lastima por la pobreza acumulada por la violencia del Capital. Tampoco irán a cambiar los términos de resistencias y revoluciones de “tan lejos de dios y tan cerca de los Estados Unidos de Norteamérica (USA)”[10], cambiados por AMLO en marzo del 2021.

Iran para escuchar y creer en lo que los hace iguales en el mundo fragmentado de identidades preformadas en las disociaciones culturales-simbólicas mercantilizadas y, también, religiosas por memoria (Cf., Hervieu-Léger, 1993). El sueño común milenario que, como especie humana, comparten en las artes del hacer con otros pueblos del mundo. Así, para fortalecer esta dinámica de conversación y producción de espacios en la globalización, el EZLN invitó al Consejo Nacional Indígena y al Consejo Indígena de Gobierno (CNI-CIG) para que se complete y habite la palabra no-violenta, para que camine, sea más rica y llegue más lejos. También invitaron a intelectuales de las artes y las ciencias. No solamente para que los acompañen moral y espiritualmente en la difusión de esta iniciativa de supervivencia de la humanidad, sino, también, para que se fortalezcan las posibilidades del habitar y creación de un mundo nuevo con muchos mundos.

Así, consideramos que estos ecos de la historia de los vencidos en México, incomprensibles y extraños en el mundo real alienado por la mercancía, vienen del más allá de la razón instrumental de las ciencias autorizadas, consejeros mediáticos de la comunicación, incluso, que miran lo que miran empíricamente de la crisis sistémica. Esta nueva iniciativa, en los bordes del sistema electoral autorizado y los medios de comunicación que los silencian, busca reconectar aquellos pedazos sensibles del espejo roto en el mundo, pero sin olvidar donde nacieron, crecieron y vivieron soñando con sus lenguas y formas de vida implicadas en tradiciones que piensan lo nuevo como alternativas en el mundo. Intenciones y sueños, para construir con las artes de orígenes interrogativos de las ciencias aquellas miradas dialécticas que, al ritmo de la velocidad del tiempo invisible en las ciudades con sus sujetos, produzcan aquello que falto en las revoluciones fallidas. Lo local con lo regional, lo nacional con lo global, otro sueño unitario que se reconcilia con fundamentos originales de artes del hacer conocimiento, en si misma utópicas con lo comunitario -por ejemplo, desde sus orígenes, incluso individuales con lo político, social y comunitario con la vida nuda (Agamben, 2002), luchas por la salud y utopías sociales (Bloch, 1979: II; 15-36) con la filosofía, antropología, sociología, política…

“Si se pudiera ir a todos esos rincones de este planeta moribundo, ¿qué haría usted? Bueno, no sabemos. Pero nosotras, nosotros, nosotroas, zapatistas, iríamos a aprender. Claro, también a bailar, pero una cosa no excluye a la otra, creo. Si hubiera esa oportunidad estaríamos dispuest@s a arriesgarlo todo, todo. No sólo nuestra vida individual, también nuestra vida colectiva. Y si no existiera esa posibilidad, lucharíamos por crearla. Por construirla, como si de un navío se tratara. Sí, lo sé, es una locura. Algo impensable. ¿A quién se le ocurriría que el destino de quienes resisten a la termoeléctrica, en un pequeñísimo rincón de México, le podría interesar a Palestina, al Mapuche, al vasco, al migrante, al afroamericano, a la joven ambientalista sueca, a la guerrera kurda, a la mujer que lucha en otra parte del planeta, al Japón, a China, a las Coreas, a Oceanía, a la África madre? […] Para entender nuestro empeño y el tamaño de nuestra osadía, imaginen que la muerte es una puerta que se cruza. Habrá muchas y variadas especulaciones sobre lo que hay detrás de esa puerta: el cielo, el infierno, el limbo, la nada. Y sobre esas opciones, decenas de descripciones. La vida, entonces, podría ser concebida como el camino hacia esa puerta. La puerta, la muerte pues, sería así un punto de llegada… o una interrupción, el impertinente tajo de la ausencia hiriendo el aire de la vida […] En los pueblos originarios, hoy zapatistas, la muerte era una puerta que se plantaba casi al inicio de la vida. La niñez se topaba con ella antes de los 5 años, y la cruzaba entre fiebres y diarreas. Lo que hicimos el primero de enero de 1994 fue tratar de alejar esa puerta. Claro, hubo que estar dispuestos a cruzarla para lograrlo, aunque no lo deseáramos. Desde entonces todo nuestro empeño ha sido, y es, por alejar esa puerta lo más posible. ‘Alargar la esperanza de vida’, dirían los especialistas. Pero vida digna, agregaríamos nosotr@s. Alejarla hasta lograr colocarla a un lado, pero muy adelante del camino. Por eso dijimos al inicio del alzamiento que ‘para vivir, morimos’. Porque si no heredamos vida, es decir camino, ¿entonces para qué vivimos?” (SupGaleano, 2020a).

Por esto, habría que comprender los tiempos del reloj del corazón negado. Para aprehender las ideas de la experiencia, como una presciencia en una prehistoria llamada salvaje (Lévi-Strauss, 1961), esta actitud política se mueve y previene sobre la catástrofe recomenzada por los Proyectos de Nación de AMLO: por ejemplo, los trenes del progreso en el sur de México y refinerías petroleras protegidos por guardias nacionales y militares. En efecto, como lo sugiere Claude Lévi-Strauss, no se trata de un tiempo históricamente terminado, sino latente en las criticas a las lógicas de lo civilizado. Como lo enseña Walter Benjamin en la Tesis VIII sobre el concepto de historia, reaparece en palpitares de paisajes del conocimiento para una actualización de la búsqueda de lo nuevo, la regla de la tradición de imaginarios irreverentes, renovados políticamente en el “Estado de Excepción” impuesto por medidas de “sanidad” capitalista. Desde los orígenes de las preguntas para enfrentar la violencia y muerte establecidas en lógicas de la guerra del poder, es la conciencia de tiempos discordantes e intempestivos de centinelas mesiánicos. Diría Daniel Bensaïd (1990 y 1995) no de un comienzo, sino el recomienzo del tiempo extemporáneo de resistencia. Muchas veces inconsciente y esquizofrénico servido en mil bandejas (Deleuze y Guattari 1972 y 1980) de la historia de la no-violencia recomenzada en las obras de arte hace mucho tiempo. Es esta mirada la que nos permite afirmar, como lo sugiere Gaston Bachelard (1980) que la filosofía y la epistemología no están en las miradas encuadradas en salones de clase, reflexionando el mundo sin cambiarlo, sino, como Marx lo destacaba en sus tesis de sobre Feuerbach (Labica 2014 y Echeverría, 2013), se trata de una mirada comprometida con los orígenes de su primer compromiso: cuestionar con los deseos de la esperanza y cambiar desde el No, comprometido con la praxis, el sentido de muerte administrada por la racionalidad metabólica de relojes del poder establecido.

Ir más allá de valores universales, encerrados en interpretaciones de administración estatal, incluso del derecho positivo, permite volver a pensar la filosofía dialéctica del No como la base esencial del derecho natural para medir el devenir de un pensamiento. Por esto, como sugiere Siegfried Kracauer (2008), el hecho de autoprepararse con el tiempo concreto de sueños es una cuestión que no puede ser forzada por las necesidades inmediatas. Es la gestación constante del tiempo cotidiano de las artes del No a la condena del dolor, justificada por la agresividad de esas necesidades que justifican la miseria y la injusticia. Una apuesta (Pascal, 1964) de política unitaria de ideas en el pensamiento utópico que se apropia de esfuerzos socio-antropológicos de generosidad y confianza del “caballero andante”. Energías de sueños de liberación de quijotes; de los que esperan activamente la realización de espacios alternativos. Desde luego, si sucede la transformación, el punto central no será sin dificultades, pues territorios, mares y localidades están controlados por discursos militares, incluyendo sofisticadas representaciones de control internet-galácticas que conforman signos intelectuales y emocionales en neurosis e impotencias[11].

Sin embargo, el sentido constitutivo de la realidad, individual y/o colectiva del querer otra cosa que los mitos de violencia y miedo moviliza fuerzas del No en la existencia de la dignidad y esperanza para frenar el tren de la catástrofe constituida por la violencia administrada por los Estados y medios de comunicación. En este diálogo de consciencia e inconsciencia, Walter Benjamin (2007) en la tesis VI de la historia nos recuerda que, frente a los realismos del método del escepticismo científico del vaso medio vacío y del optimismo del vaso medio lleno en la administración empírica del historicismo y productividad del progreso, el anticristo capitalista no ha dejado de vencer. Aún así, piensa que en el “estado de excepción”, la tradición es la regla que podría consolidar la esperanza en la lucha contra el fascismo. Nos enseña que esos instantes del recomienzo de constelaciones mesiánicas de libertad y solidaridad de épocas anteriores actualizan la comprensión que la historia de la dominación no se sostiene de ninguna manera, pues lo que vemos es la acumulación de ruinas sobre ruinas con hipocresías en el lenguaje (Kracauer, 2010). En este sentido, como lo sugiere la poética del SupGaleano (2003), la rebeldía acumulada en el rechazo, muchas veces invisible o inconsciente, va más allá de las trampas del pesimismo y optimismo del realismo, cortacircuitos del reformismo y empirismo de no hay de otra, mas que ajustarse a las reformas del sistema capitalista, ahora llamado capitalismo humanitario con biotecnologías ecológicas o, también, capitalismo del bienestar en una sociedad constituida por la violencia y el desecho de los inservibles. Frente a esta situación, para no angustiarse con las encuestas que afirman caminos ya trazados por lógicas de “locales de venta de hamburguesas de plástico”, iguales y al lado de las embajadas, el SupGaleano, junto a los indígenas en sus territorios, mira aquellos manantiales donde nacen el agua y la energía. Incluso podríamos decir que estos signos representativos (EZLN, 2013) devienen significantes de advenimientos intempestivos, invisibles, silenciosos y abandonados, pero que van más allá del establecimiento de ataderas causales y sus efectos en la historia actualizada en la repetición de lo Mismo. Así, desde 1994, en los tiempos del fin de las utopías y la historia y los posmodernismos, los zapatistas osaron cruzar la puerta que estaba entreabierta. Para heredar a las generaciones otras posibilidades que las de vivir muriendo (Ernst Bloch, 1977a, 1979 y 1980), el principio esperanza lucha con ideas novadoras de la estética y el arte para seguir imaginando otra mañana de la humanidad, soñando-despierta para habitar invenciones cotidianas con el Otro (Certeau, 1990). Cierto, fantasías utópicas de otra política y otra democracia, pero distintas de las ensoñaciones narcotizadas de ese hombre unidimensional (Marcuse, 1968) estructurado por el trabajo abstracto, diseñado para el placer del consumo y el dinero, por cierto, fetiche sin normas, pues, a prueba de lo contrario, tiene ese poder de apropiarse y destruir toda naturaleza que toca[12].

Herencias poéticas de imaginarios durante la pandemia y peste discursiva de la democracia en descomposición constante

En nuestros espacios del conocimiento sociológico de la historia y la política, estas interrogaciones sobre las utopías y producción de espacios de resistencia y rebeldía no tendrían sentido si no miráramos cómo la razón política y democrática de Estados modernos están en estado de descomposición. Incluso, podríamos preguntarnos con Jacques Rancière (2012) ¿porqué tanto odio a la democracia en el mundo? Constatamos que las revoluciones del pasado, devenidas socialismos reales, al igual que las experiencias de los socialismos del siglo XX en América Latina, son vencidas por su incapacidad para producir un espacio democrático y otra lógica que la acumulación de Capital; donde la historia de lenguajes e individuos que los habitaban tuvieran el rol comunitario en las decisiones. Ya que la violencia del Capital, fetichizada o alienada, sigue produciendo miles de millones de pobres con una pequeña minoría de ricos instalados en cúspides de riquezas en el mundo, miramos en los reacomodos tradicionales de la democracia capitalista, incluyendo países del Este, como se fortalecen corrientes de extrema-derecha, racistas y xenófobas, aunado a un decrecimiento de corrientes socialdemócratas, comunistas. Incluyendo los procesos de derechización y extremas derechas en América Latina, como Brasil con Jair Bolsonaro, podríamos adicionar la administración del Movimiento de Renovación Nacional (MORENA), movimiento “relleno” de estas múltiples mascaras reacomodadas en discursos dominados por el trabajo abstracto: la derecha tradicional, Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido de Acción Nacional (PAN) y las llamadas izquierdas demócratas, como el Partido de la Revolución Democrática (PRD), aliados todos en una competición por el poder establecido en la democracia dañada por lógicas del mercado.

En este sentido, ¿servirá de algo a la eficiencia del conocimiento preguntarnos sobre discontinuidades o disociaciones culturales y simbólicas que siguen cerrándose en ansiedades autoritarias, patriarcales y populistas del patrimonio como mercado? ¿Las constelaciones históricas del pasado, tradiciones, usos y costumbres, ancladas en la vida cotidiana de contradicciones, servirán para pensar cómo transformar las tendencias destructoras de la naturaleza y humanidad? ¿Por qué alejarnos de la primera obligación de imaginarios en una filosofía comprometida, si escuchamos que, por ejemplo, el EZLN e izquierdas políticas radicales surgidas en la defensa de la tierra, el agua y el viento, son acusadas de irrealistas, soñadoras, utopistas que no saben inscribirse en la política realista y empírica de verdades repetidas por los medios de comunicación? Como veremos más adelante, estas serían acusaciones diplomáticas y científicas cuando les va bien. Si no, son asimilados a conservadores[13], peligrosos terroristas, perversos y degenerados feminismos y transexuales, religiosos y/o utopistas radicales de izquierda que se oponen a la ética del progreso liberal de la civilización; y por lo tanto condenados a la represión de la democracia institucionalizada con militares y paramilitares. De manera general, podríamos decir que los señalamientos con in-culpaciones no serían graves si fueran parte de un debate respetuoso de diferencias y pluralismo en una sociedad democrática, pero la violencia, muertos, desaparecidos y presos políticos muestran una constante represiva en las luchas por la tierra y el territorio, al mismo tiempo que un silenciamiento mediático de estos gritos que vienen de las profundidades de la historia. Aunque estas luchas estén dotadas del sentido de los orígenes, sus características propias (sitios, lugares climáticos, acompañados de danzas al sol y la luna) se encuentran, como veremos más adelante, recortadas por la temporalidad violenta del fetiche del dinero.

Sin embargo, contra los discursos economicistas desarrollados en nuestras pantallas, a pesar de la violencia de palabras con contenidos tácticos y estratégicos del mercado, la historia contiene lazos internos de tiempos discontinuos que aparecen, constantemente, dejando su inscripción en espacios alternativos de melancolía (Traverso 2016), pasado que se actualiza en las luchas del presente. Si no fuera así, no comprenderíamos por qué, por ejemplo, se actualizan en el tiempo de conmemoraciones (por ejemplo, la llegada a México de Hernán Cortés en 1519 y la llamada “Conquista” en 1521), lazos internos de rememoración sorpresiva de recuerdos anticolonialistas y antirracistas (Matamoros, 2020). Derrumbando estatuas de los conquistadores en diferentes países o grafiteando muros de la historia, o produciendo representaciones artísticas a contrapelo, las conexiones simbólicas ligan esperanzas del pasado contra la violencia colonial del poder institucionalizado en “razas superiores” del presente. Con esta disposición, podríamos corroborar que los contagiados por la pandemia actual y las pestes discursivas no serían causas y efectos naturales. Son el resultado de condicionamientos históricos y conceptuales del tiempo presente administrado bajo el poder del mercado. En otras palabras, con los ecos de la historia, pasado-presente-futuro, que nos ayudan a afinar nuestra mirada en este escrito, consideramos que la historia de esperanzas de la humanidad en la naturaleza concentra, en contextos particulares, diversas mediaciones históricas de violencia de la crisis económica y social de la pandemia, como sucedió metabólicamente con las epidemias del siglo XVI[14].

En este sentido, las reflexiones teóricas sobre pensamientos y espiritualidades no es una abstracción. Es una dialéctica compuesta por el trabajo abstracto que domina las experiencias en la vida cotidiana.

Aun con los discursos ideológicos organizadores de “comentadores” en los medios de comunicación, existe un sentimiento negativo, inscrito en interrupciones históricas de resistencias, rebeliones y revoluciones que son solidarias unas de otras en la larga duración (Braudel, 1969); recomienzos, insistentes, del dolor de nuestros corazones y/o nuestros espíritus. Es decir que, aun en la abstracción del tiempo exógeno de la historia, que aparece como algo lejano, el pensamiento impone el sentido significativo de una trialéctica de la duración de imaginarios culturales, fantasías y utopías situadas territorialmente en la experiencia a contracorriente de la historia de los vencedores. ¿Estos ideales utópicos de otra vida son antídotos, incluso anacrónicos de la imaginación acumulada por el antagonismo Capital-Trabajo, nosotros y ellos; riquezas y variedades del drama de la poesía y de lo nuevo en la vida real? En efecto, las grandes catástrofes de la historia no son forzosamente las revoluciones, pero son anunciadoras de cambios necesarios, puestos en espera para mejor repensar el universo en las crisis de destrucción que se avizora en el mundo (Braudel, 1969: 16). Son como los recuerdos que fluyen en códigos históricos de pensadores, como el espectro de Karl Marx, que no ha parado de atormentar espíritus y razonamientos de la humanidad para producir otro sentido del espacio con símbolos totémicos de resistencia y esperanza. La fe del espíritu utopía (Bloch, 1977b) reaparece en México en representaciones artísticas y religiosas de vírgenes y santos patrones cristianos, pero remodelados por las experiencias territoriales.

Como nos enseña Michel de Certeau (1982a: 328) en Fabulas Místicas del siglo XVI al XVII, ¿la irreductible dignidad del libertino, que rinde homenaje al amor y a la libertad, sería lugar de una ciencia que los pobres enseñan a los ricos? ¿Impondrán al poderoso otra historia, otra mañana revolucionaria? Esta dignidad de teología de liberación, nutrida de ángeles, vírgenes y santos y santas patrones, presente en formas de danzas y rituales a la vida, ¿transformará el tiempo en energías pactadas con la unicidad dinámica de diferencias en la pluralidad, incluso la memoria significativa de la esperanza en el aumento de creyentes en la Santa Muerte[15]? En efecto, el espejo despedazado y escindido por lógicas del capitalismo reaparece constantemente con cantos de ruiseñores de infancia o colibrís que se transforman en dioses y vírgenes. En escalas de la cosmogonía, como los dioses Huitzilopochtlis o las vírgenes Guadalupes-Tonantzin, no dejan de resplandecer en traducciones de colores del tiempo (genocidio blanco o rojo de esperanza). Es más, en cada una de las ciudades y pueblos remotos, la historia subsumida de las energías de sus habitantes ha resistido a la traducción de sus glifos, que se transforman en alebrijes, como los nahuales o nawales[16]. Son imágenes del pensamiento en detenimiento (Benjamin, 1998), regresan al combate dialectico de la lucha de clases con cruces cristianas y granos de maíz de diferentes colores para nombrar y defender la tierra, el cuerpo e imaginación del calendario. No miran la tierra a la vista gritando aquí hay Oro y otros metales preciosos como los descubridores y conquistadores del siglo XVI, o los proyectos de minas a cielo abierto ansiosos de encontrar recursos energéticos, los indígenas zapatistas miran el universo a través de la percepción del destino de los “megaproyectos de muerte” (etnocidio, genocidio y ecocidio o, incluso dioscidio), pero con ilusiones de dividendos de esperanza con la infancia mesoamericana con la naturaleza.

Los indígenas, llamados racistamente infantes inmaduros e idiotas o salvajes, reaparecen en concreciones artísticas de vida (como los alebrijes) mediante la tierra y alimentos sagrados, ritualizados con palabras y danzas. Estas locuciones de poesía metafísica y utópica las admiramos diariamente en peregrinaciones y fiestas de rememoración del tiempo de la naturaleza en las ciudades, incluyendo alimentos y rituales de la santa muerte y en las fiestas de todos-santos. Aunque invisibles, estas representaciones milenarias de tradiciones poéticas del sentido de lo sagrado (Cf., Isambert, 1982) son participes de una cultura simbólica plasmada en muros y esculturas desacopladas del urbanismo utópico de iglesias y fragmentos arqueológicos[17]. En este sentido, la esperanza reaparece en la vida como combate contra el último proverbio de existencia humana: la muerte que nos acosa todos los días. Como el pequeño guerrero Yacoñooy (Subcomandante Marcos, 2003, en Matamoros, 2006), frente a la fuerza del poderoso sol, el corazón madura con el escudo de la palabra y el glifo contra el mismo soberbio y poderoso Estado militarizado. Enfrentan con la no-violencia de la palabra y las acciones en sus gobiernos autónomos, también, desde sus cartografías y calendarios paganos. Frente al resultado de división de grupos étnicos y fragmentación social y política, como en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona (EZLN 2005), la búsqueda de oxigeno, ante el “suicidio” de la soledad en lo local, vuelve a abrir posibilidades de relaciones con diversos movimientos para romper el hielo de los discursos del fin de la historia y las utopías. Con estas constelaciones, desde inicio del siglo XXI, se embarcaron dentro de lo que el Subcomandante Marcos (2001) llamó la Cuarta Guerra Mundial; la humanidad contra las lógicas destructoras que dominan las subjetividades y la política. Saben que, si pierden, otra vez, la guerra contra la soberbia del poder y sus conceptos estatales, mitificados por corrientes de derecha y extrema-derecha, seguirán siendo solamente héroes caídos, implicados en esa historia de los parias (Varikas, 2017). Aunque el sistema los ha condenado a una historia errante, resisten con el tiempo de la dignidad del lenguaje para remodelar conceptualmente las posibilidades de la historia abajo y a la izquierda. Normas, valores y éticas cotidianas con el Otro elevan, en la vida, aquellos procesos del lenguaje universal contra el vacío del horror económico que fragmenta el sentido de existencia humana.

Vueltos cuerpo y comunidad se sublevan contra el empirismo de la verdad manifestada por discursos de lógicas factuales del poder. Aunque invisibles en las lógicas empíricas dominantes del mercado, desde el silencio, los invisibles abren caminos para habitar tiempos mesiánicos por la libertad. Podríamos añadir que posibilidades de las constelaciones de esos quijotes y soñadores en los grandes momentos del indigenismo mexicano (Villoro, 1979) reaparecen y dan herramientas para seguir excavando las interrelaciones en las ciencias, motivaciones y deseos del mestizo-indígena inscritos en dioses y diosas actualizados por la modernidad de teologías y estéticas. Esta mirada unitaria sobre el mundo (Lefebvre, 2013), no solamente permite comprender la presencia histórica de violencia en aparentes distopias, sino reconocería cómo grietas o brechas abiertas en tensiones antagónicas y utópicas del pasado de los llamados salvajes reaparecen en las producciones de representaciones múltiples de la historia. Son manantiales de los orígenes de la palabra que no solamente contradicen las premisas de la brutalidad del empirismo, sino son también gérmenes racionales de utopías contra la guerra.

Entonces, aunque el léxico de empresa y democracia electoral, administradora de la institucionalidad capitalista, coloniza y enajena, incluyendo el universo de la investigación racionalizada por el trabajo abstracto, confiado a equipos competitivos y ciencias sociales que no miden los debates, sino la identificación de verdades mitificadas en los rankings cuantitativos de luchas enmarcadas en las lógicas del derecho (fragmentaciones de genero, agudizadas en nacionalismos o en partidos populistas), nuestro acercamiento interpretativo constata, a contracorriente, que pequeñas resistencias o disonancias actualizan el tiempo de salvación. Así, apoyándonos en la mirada dialéctica de Kracauer (2008) sobre el Ornamento de la masa, afirmamos que donde algunos especialistas de ciencias y profesionales políticos chocan, otros construyen, incluso con migajas dejadas en los caminos de la violencia, encrucijadas para embarcar sueños con sus imaginarios hacia un nuevo viaje en altamar. Y no necesariamente por la aventura en caminos y mares embrutecidos por el calentamiento solar, llenos de peligros, sino por lo que contienen de esperanza en su interior. Como lo mencionamos anteriormente, en los realismos que se presentan como imposibles de atravesar, o escepticismos que surgen del campo de experiencia del conocimiento, observamos cómo múltiples empirismos realistas con el poder se enfrascan, encierran o entrechocan antagónicamente. Por esto, aun cuando los discursos de los indígenas rebeldes son subterráneos en las pantallas de la modernidad, o son presentados como irrealistas, sus locuras, sin realidad en el mundo existente, pero con la intuición que ese mundo late en el dolor del mundo, existen y chocan con los discursos virulentos del no hay otra salida que esta sociedad, del así es y así será.

Organización y política con espectros históricos de esperanza y teología contra la pandemia cultual y mítica de capitalismo

Mientras el ser humano siga existiendo, aun con la violencia cotidiana, las herencias de los orígenes del lenguaje en el pensamiento crítico se expresan en una actualización de sonrisas de fantasmas, incluyendo los espectros intempestivos de Marx (Bensaïd, 2012, 1995 y Derrida, 1993). Incluso, podríamos decir que, aunque ausentes o manipulados en discursos, concurren, no sin dificultades, en citas de instantes constitutivos de una realidad completa de confianza, esfuerzo y anhelo para comprender y actuar en el movimiento del acontecimiento de ruptura con la estructura del capitalismo cultual y mítico del placer en el objeto a consumir (incluyendo cuerpos y subjetividades prostituidas por lógicas de mercado). Por lo tanto, consideramos que las herencias del pensamiento crítico ayudan a des-cubrir en los objetos aquellas partículas teológicas del sujeto negativo. Como experiencia de lo sagrado y lo divino entretejen y familiarizan con el prójimo negaciones que producen la negatividad en la producción del espacio. Metabólicamente, la producción de una situación de otras reglas, normas, ética, comportamientos y moralidades con el Otro aparecen en paisajes del conocimiento que miran más allá de la represión del poder y la dominación. Desde luego, estas pequeñas materialidades de finezas teológicas no pueden ser medidas en los planos teórico-conceptuales y pragmáticos de métodos impuestos por las fragmentaciones de las ciencias institucionalizadas por el mercado y la democracia. Incluso, la ausencia del Otro (Certeau, 1982b), otro mundo, es una historia de sentimientos que discretamente, pero seguramente, se desplazan y complementan en poesías puras del lenguaje humano acontecido en espacios locales. Fundamentos del deseo en ejercicios espirituales organizan los lugares como posibilidades del ejercitante. No solamente para deleitarse con posibilidades de palabras en los espacios de gentrificación turística del mercado. Tampoco es el nihilismo del individuo aislado en la conceptualización del individualismo, sino posibilidades de encuentro de interioridades con el otro. Desde el lenguaje humano cuestionan la conceptualización del lenguaje en general del sistema político capitalista como religión cultual del consumismo, deuda y culpabilidad (cuando eres negativo, pagano libertario, improductivo y, por lo tanto, desechable; como los adultos, en estas lógicas de dolor y sufrimiento). En este sentido, entender, aprehender y producir desde la experiencia de ideas de los zapatistas en este siglo XXI permite reaprender y articular la serie de símbolos del deseo en la larga marcha indiana (Certeau, 1994: 147-161). Articular composiciones del Topoi con la audiencia potencia lugares comunes de violencia capitalista. Ayuda a operar rupturas iniciales que asientan un desarrollo ulterior del deseo que, finalmente, es un regreso al deseo fundador de la enunciación del querer objetivado en los medios y fines de la ruptura como confesión del deseo (Certeau, 1982b: 239-247).

Así, lo queramos o no, la actualidad del presente con el pasado nos lleva a reflexionar nuestra interpretación de la pandemia como deseos teológicos. No se trata de teocracias establecidas en la violencia mítica de los tabernáculos de las iglesias. Discontinuos, en los bordes de la historia, estos deseos materiales se manifiestan a través del médium de la memoria. Traducir la violencia divina, inscrita dialécticamente en la violencia mítica de los poderes establecidos, permite poner en perspectiva la soberanía del pensamiento crítico. Se trata de una dis-posición para destacar cómo, en el acontecimiento de la pandemia actual y el metabolismo de la naturaleza, y la humanidad que la habita, existen iluminaciones mediadas por sensibilidades del alma o artes espirituales contra la injusticia, el terror y los sufrimientos precoloniales, coloniales y poscoloniales de una catástrofe instaurada por lógicas estructurales que escinden valores de vida con la comunidad. Seguramente esta mirada dialéctica sobre la teología en la situación de la Covid19 encontrará objeciones en las erudiciones de ciencias sociales o en los consejeros mediáticos de ciencias políticas tradicionales. Sin embargo, como en un viaje con zapatismos surrealistas a bordo, la poesía de Armand Gatti (2006), puesta en escena en espacios teatrales de la lucha de los orígenes del pensamiento crítico, nos ayuda a comprender que los objetos deseados en la naturaleza son rizomas subterráneos de comunicación entre corazones sufrientes. Incluso en las modas del arte de múltiples modas, por ejemplo, Fridas Kahlos y surrealismos diversos de la historia, podemos sentir como materiales subterráneos comunican aspiraciones simbólicas merodeando paisajes del conocimiento; fantasías utópicas escritas en glifos representativos y significativos de calendarios cosmogónicos.

“El canto de sus raíces en la tierra; diferentes momentos de sus 2340 uinals[18] de existencia; una reina (la madre cósmica); una mujer en sus posibles virtualidades; un paisaje cuando deviene costuras de nuestras abuelas; un cuarto de luna, donde se elevarían, bajo la forma de una noche de amor, siempre las repeticiones de cantos crepusculares y nocturnos” (Gatti, 2006: 13).

Íntimamente ligadas a privaciones de felicidad, estas líneas de fuga articulan o segmentan en territorialidades aquellos movimientos de desterritorialización; posibilidades rizomaticas del anti-œdipe, o revoluciones moleculares (Guattari, 1972) extraterritoriales a contrapelo de la historia. Mil mesetas del deseo en un estado de excepción. Grietas históricas entre-abiertas por el pensamiento crítico. Imágenes en detenimiento que, como nos enseña Walter Benjamin en la tesis XVII de las tesis de la historia, cuando se inmovilizan resurgen constelaciones culturales saturadas de tensiones. Son umbrales surrealistas de la experimentación y la apuesta en-contra-y-más allá (Holloway, 2011). Desde el momento que los imaginarios sueñan un mundo diferente a la violencia establecida se produce un choc que cristaliza una mónada mesiánica de salvación. La afirmación de la negación en formas de negatividad convoca otro mundo mediante signos revolucionarios actuando en el combate del pasado de los oprimidos en el presente. Así, iluminaciones milenarias de generaciones del pasado se difunden en los espacios oscuros de la muerte carnavalesca del mundo moderno. Son pruebas contundentes del aura surrealista que agencia antropológicamente manantiales profundos de combates de nuestro ser mortal, pero espiritual por la vida contra la muerte. Una inmensa solidaridad que unifica las teselas de un mosaico, cifras estelares que se combinan con la magia iluminadora de la lluvia, el viento, la tierra, la vegetación y el hombre que despliega sus alas de esperanza con la amistad y aprecio por la libertad. Sin duda, es una multiplicidad simbólica en los objetos mismos, camuflados, alienados o fetichizados, pero sus raíces fundamentales son proyecciones de un árbol significativo en el sol ennegrecido por la violencia racista establecida en identidades y nacionalismos. Pensando con Leonardo Boff (1997), estas esperanzas son hermandades con la tierra y el cosmos entero de cuerpos viciados por la mercancía. Pero, también, son posibilidades de herencias de tradiciones en la existencia con el Otro. La ecología, como objeto modelado por las lógicas del capitalismo se vuelve gritos de la tierra, pero también gritos de los pobres; “todos rehenes de un modelo de comportamiento que nos sitúa, en contra del sentido del universo, por encima de las cosas en vez de estar con ellas dentro de la gran comunidad cósmica” (afirma Fazenda Sossego en la introducción a este libro de Boff ).

Parafraseando a Michael Löwy (2020), un cometa incandescente de amor por el Otro moviliza poesías y danzas milenarias contra los movimientos mecánicos del ornamento de la masa. Como la esperanza, mira, melancólicamente, un sol negro, ensombrecido por los discursos de la guerra. Esto no significa que se traté de acciones espontaneas de un Ser vacío y homogéneo del hegelianismo, por ejemplo, sino de situaciones bien preparadas por tiempos insumisos. Entonces, como los sueños del Yacoñooy, los indígenas del EZLN vuelven a amar en noches poéticas la luz heredada por el Viejo Antonio, ese indígena que fue maestro y guía de la palabra reconfigurada en la globalización. El SupGaleano y los subcomandantes Marcos y Moisés (2020b) desde el médium de la memoria, recuerdan que iluminaciones heréticas del Viejo Antonio, que miraba la fogata resistiendo la lluvia, les permitió volver a mirar realidades que aún no existían. Y como no existían, tampoco las palabras para describirlas vivían. Entonces, fue necesario pensar y trabajar las palabras existentes para crear poesías con distinciones de herencias de lo bello en las comunidades. Para acomodarlas en sus modos extraños en este mundo materialista, empírico y violento, desconocidos en el mundo civilizado, caótico y de miseria, recrearon el tiempo de lo urgente (comer y vivir) con lo importante (crear algo nuevo) de la palabra con el Otro. Palabras, cantos y juegos poéticos de justicia y libertad renovaron citas del pasado en el presente; volver a dar sentido a los rasgos trascendentales de imágenes micro-cósmicas de felicidad, posibilidades históricas reales, para propagarse en el universo empírico del hombre unidimensional establecido por discursos del poder y dominación del mercado (Cf., Marcuse, 1968: 17).

Son sueños, iluminaciones profanas y subversivas de constelaciones de la historia cultural mexicana que, gracias a una valoración positiva y espiritual anterior, posibilitan negaciones acumuladas en las lejanías de los mundos negados (Villoro, 1979: 238 y 242). Como en los caminos recorridos durante los cientos de años de colonización y mestizaje, la defensa y esperanza de mestizos e indígenas, hacedores de poesía, enfrentan con el corazón y el pensamiento la violencia del palabrerío de capataces de proyectos del progreso que, todavía, ven al indio salvaje, tozudo y atrasado en un “barco enmohecido en las ideologías” del pasado (diría Víctor Toledo, 2021). Un sujeto para educar por mestizajes estatales del racismo de identidades inferiores y superiores de indígenas, incluidos en museos antropológicos del mercado turístico y patrimonial del pasado. Como afirman los zapatistas, estos administradores del Capital son subalternos amantes del fetiche de cantidad monetaria. No saben decir en el infierno que vivimos otra cosa que: primero dinero, después dinero y al final dinero también. Por esto en los caminos que han tenido que atravesar con su gobernar han “surgido muchas necesidades, otras necesidades” (Subcomandante Moisés, 2020b: 233). Que ya no están resistiendo y sobreviviendo en un mundo impropio, únicamente, como hacia el Viejo Antonio, sino que están soñando otro futuro y practicando caminos para seguir “descubriendo lo que les hace falta”.

“El Viejo Antonio mira la fogata resistiendo a la lluvia. Bajo el chorreante sombrero de paja enciende, con un tizón, su cigarrillo forjado con doblador. El fuego se mantiene, escondiéndose a veces bajo los troncos; el viento le ayuda y con su aliento aviva las brazas que enrojecen con furia […] Vendrá el día en que la muerte vista sus ropas más crueles. Adornados sus pasos con engranes y chirridos, la maquina que enferma los caminos, mentirá diciendo que trae bonanza mientras siembra destrucción. Quien se oponga a ese ruido, que aterra plantas y animales, será asesinado en su vida y su memoria. Con plomo la una, la otra con mentira. La noche será así más larga. Más dilatado el dolor. Más mortal la muerte […] Entonces la más primera, la tierra madre, se elevará y reclamará con fuego su casa y su lugar. Y por sobre las soberbias edificaciones del poder, avanzaran arboles, plantas y animales, y con sus corazones vivirá de nuevo el Votán Zapata[19], guardián y corazón del pueblo. Y el jaguar caminará de nuevo sus rutas ancestrales, reinando de nuevo donde quisieron reinar el dinero y sus lacayos […] Y esto dicen que dicen los muertos de siempre, los que morirán de nuevo, pero entonces para vivir […] Se calla el Viejo Antonio y, con él, la lluvia. Nada duerme. Todo sueña (SupGaleano, 2020b: 239 y 242).

Con esta actitud ética sobre los orígenes de sueños y utopías, desde la vida nuda, los zapatistas se oponen al coctel político de MORENA y las prácticas “chapulín” [20] de su democracia. Desde sus experiencias socio-históricas, culturales-simbólicas, buscan otras salidas a la crisis económica creada por la pandemia; y no dejan de repetir que este sistema administrativo tiene nombre en la historia: se llama capitalismo, violencia y ecocidio en el planeta tierra. Con estas propuestas del pensamiento en las acciones podemos destacar que materiales de solidaridad y fraternidad siembran colectivamente, no solamente la tierra, sino relaciones sociales de esperanza que se anidan con vientos y lluvias de sueños en el mundo comunitario. Por esto, aseveramos que adeudos con las luchas del pasado resurgen en la perspectiva de redención de campesinos que dieron su vida, como el llamado Votán Zapata y Francisco Villa para defender las tierras (Matamoros, 2009). Es mas, el resumen de la historia no es solamente el compendium e index de violencia. Tampoco es, exclusivamente, una filosofía del pensamiento que interpreta el mundo. El pensamiento dialéctico recupera lo concreto y abstracto para historiar el tiempo de sensibilidades del “querer” en el espacio agonizante de la Tierra-Mundo-Patria contra las alianzas de las barbaries, diría Edgar Morin y Anne Brigitte Kern (1993).

Según nosotros, no se trata de lo absoluto y ontológico del devenir metafísico, establecido por la alienación del fetiche de la mercancía, sino el lugar de memoria de una comunidad ligada por sus afectos culturales. Pensamos la historia como el producto de contradicciones que provienen del tiempo concreto de la humanidad en la historia de la lucha de clases. Son simultaneidades mundiales del Capital-Trabajo. Unas se atemperan con las ideologías del “perdón” por la violencia pasada[21]. Otras se agravan con el conjunto de contradicciones que generan el valor de cambio y el valor de uso. No solamente adquieren el sentido de las resistencias, sino designan y crean el espacio de vida. En este sentido, la experiencia nutrida por múltiples experiencias de pluralidad de la palabra del EZLN y el Congreso Nacional Indígena se prepara para zarpar en un viaje interestelar. Parecería de ciencia ficción para los dictámenes bien parados en instituciones, pero es todo un programa para aprender a mirar la vida contra la carencia en la vida y la muerte. Por esto, creemos, aunque podríamos ser acusados de terroristas o conservadores por el gobierno de la 4T, que el “corte epistemológico” al mito del progreso es parte de esas minúsculas resistencias o astillas del tiempo rebelde (Cohen, 2015 y Tichler 2019); se sitúan como ese “estado de excepción” que es la regla en la historia del querer.

“La historia nacería, pues, de un intento por comprender y explicar el presente acudiendo a los antecedentes que se presentan como sus condiciones necesarias. En este sentido, la historia admite que el pasado da razón del presente; pero, a la vez, supone que el pasado sólo se descubre a partir de aquello que explica: el presente […] Así, el intento por explicar nuestro presente no puede menos que estar motivado por un querer relacionado con ese presente” (Villoro, 1985: 38 y 39)[22].

Así, aunque el rumor insistente del dogma científico del silencio o del ocultamiento quiera la desaparición de estas resistencias abajo y a la izquierda, como los surrealistas en la larga noche de la acumulación de Capital, cometas incandescentes vuelven a producir iluminaciones de esperanza. Como la imaginación creadora con el pasado de Antonio Machado: el caminante hace camino al andar, y al amanecer con esa estrella de la mañana(Löwy, 2000) de los imaginarios reaparecen correspondencias y afinidades de la tradición filosófica y política de sueños y poesías. Actualizada esta constelación en el tiempo concreto de la crisis capitalista, las “velas” iluminadoras del zapatismo se dirigen con estelas en la mar contra las tiranías del presente. Incluso, las urgencias del pensamiento y la acción cotidiana se combinan estratégicamente con los tiempos largos de preparación y construcción de estrategias importantes inspiradas en el todavía-no-aún: el principio esperanza. Fortificar estas temporalidades emergentes de futuros inéditos de tradiciones teológicas de lo divino y sagrado de la vida contra la muerte, permite anticipar posibilidades de sueños en la experiencia rebelde. Lo que viene y sucederá con la violencia militarizada en estos tiempos difíciles, inquietantes y oscuros de fe en el ídolo-progreso-dinero-muerte (Baschet, 2018: 314) es cuestión temporal de lucha de clases mundial contra el fetiche totalizante del Capital que, como un vampiro en la larga noche del capitalismo, sigue chupando sangre de la naturaleza-mundo-tierra-humanidad. Por eso, aquí y ahora en la eternidad de los astros (Blanqui, 2002), que miran el caminar de sueños, grietas, brechas, caminos, los zapatistas movilizan prolongaciones geográficas de lucidez utópica con la estética de la palabra para aprehender en otros mundos del mundo aquellas formas no vaciadas de destellos de resistencia y rebeldía de la esperanza.

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[1] Entre sus libros: Pensamiento colonial. Descubrimiento, conquista y “guerra de los dioses” en México, (2015); Néozapatisme. Échos et Traces des Révoltes Indigènes (2012); Memoria y Utopía en México: Mitos, imaginarios en la génesis del neozapatismo (2009). Coautor: García Vela, Garza Zepeda y Hernández Lara (2019), Estado, Capitalismo y Subjetividad. Dignidad y esperanza en configuraciones revolucionarias del sujeto rebelde; Bautista Martínez y Garza Zepeda (2015), Participación y rupturas de la política en México, Subjetividad, luchas y horizontes de esperanza; Garza Zepeda, Bautista Martínez y García Vela, (2016), Oaxaca 2006-2016. Antagonismo, subjetividades y esperanza; Holloway y Tischler (2007), Negatividad y revolución; Theodor W. Adorno y la Política; Además es autor de diversos artículos: https://fernandomatamoros4.academia.edu/

[2] Estas reflexiones sobre el indigenismo zapatista se combinan y actualizan con notas teóricas y conceptuales sobre la pandemia, publicadas en Cuaderno temático de la realidad latinoamericana no. 13. IIHAA Escuela de Historia USAC, junio 2020, Guatemala. Para su difusión en medios alternativos fueron repensadas para otra versión actualizada: http://comunizar.com.ar/estetica-memoria-olvido-problematicas-conceptuales-historia-la-pandemia-sars-cov2-covid19/

[3] Habría que recordar que la respuesta a los Acuerdos de San Andrés Larráizar, diálogos, firmados (febrero de 1996) por el EZLN, la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) y la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA) compuesta de legisladores, fue la aprobación por unanimidad de todos los partidos políticos (incluyendo la izquierda institucional del Partido de la Revolución Democrática -PRD) de una reforma constitucional que desconoció los acuerdos “sobre derechos y cultura indígena” (Cf., “Acuerdos de San Andrés Larráizar entre gobierno y zapatistas” (2013), en https://aristeguinoticias.com/3012/mexico/los-acuerdos-de-san-andres-larrainzar/. Revisado 4 de marzo de 2021). A partir de ese momento regresaron a sus comunidades para reformular y actuar tiempos de autonomía.

[4] Ver libros (2013) de la “Escuelita Zapatista”, experiencia de gobierno autonomo durante estos años de práctica de la libertad según los zapatistas: “Escuelita zapatista” (2017), en https://www.centrodemedioslibres.org/2017/08/02/libros-en-pdf-de-la-escuelita-zapatista-la-libertad-segun-ls-zapatistas/. Revisado 4 de marzo de 2021. Mencionamos que durante las actividades que compartieron con estos libros en Chiapas participaron, por lo menos, 6,000 personas, por lo cual se tuvieron que cerrar inscripciones al compartimiento de esta experiencia.

[5] En este trabajo no profundizaré en dimensiones culturales y simbolicas de la historia, implicadas en relaciones socio-psicologicas, mediadas por las relaciones economicas del Capital-Trabajo, pues rebasaría limites marcados para este artículo.

[6] Según mi análisis, es de notar que este Comunicado no parte de una Primera Parte, sino de una Sexta Parte, estrategia contextualizada por la coyuntura histórica de violencia, al mismo tiempo que posibilidades de construcción cultural desde el lenguaje contrapuesto a las formas de razón, poder y dominación establecidos en campos históricos de batalla simbólicos.

[7] Gilberto López y Rivas (2020: 13) ha subrayado que Los pueblos indígenas en tiempos de la 4T enfrentan los dilemas de la represión militar y paramilitar. Durante los primeros cinco meses del gobierno de Morena, el Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno (CNI-CIG), ha denunciado que 10 integrantes de su organización habían sido asesinados en procesos de “defensa de sus territorios contra megaproyectos y/o tráfico de drogas, armas y personas”. En este sentido, López y Rivas recuerda el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y el asesinato en el estado de Morelos de Samir Flores en 2019, quien era representante del Consejo Nacional Indígena (CNI). Por su parte, Inés Durán Matute y Rocío Moreno (2021: 39) señalaron que esta situación es alarmante: “es un panorama negro colmado de conflictos, agresión, represión, amenazas, detenciones, y hasta la muerte para quienes han decidido luchar por la vida. Así lo han vivido Samir [Flores] y lxs más de 40 defensorxs de comunidades pertenecientes al CNI, quienes han sido asesinadxs en estos dos años de gobierno de la 4T”.

[8] ¿Qué significación social y política interpretamos si en plena pandemia se publicó (11 de mayo 2020) un decreto presidencial asignando legalmente al ejercito la facultad de seguridad pública durante, por lo menos, 5 años? Si el despliegue de las fuerzas armadas comenzó hace más de 12 años, por lo menos, ¿podríamos considerar que labores de seguridad nacional de la Guardia Nacional son una continuidad en la llamada Cuarta Transformación (4T)? Por ejemplo, entre las tareas encomendadas a la Guardia Nacional una de las prioridades, junto a los Estados Unidos de Norteamérica (USA), es “frenar el flujo migratorio”, pero también vigilar zonas prioritarias del “desarrollo nacional”. (La Jornada, Alista AMLO administración militar en Tren Maya y aeropuertos, en https://www.jornada.com.mx/notas/2020/12/20/politica/busca-amlo-que-fuerzas-armadas-administren-parte-del-tren-maya/) Estos programas militares son parte de las contradicciones de los que creyeron en la maldición del Tlatoani (Durán Matute y Moreno, 2021: 34-43 y 36-37) que “revitaliza el capitalismo” (el termino mesoamericano tlatoani refiere “al que habla” o gobernante, pero que habla y actúa correctamente). Constatamos que el sistema político se ha renovado, tanto con factores materiales y valores simbólicos de una crítica al sistema, pero, contrariamente a los electores, ha desactivado movimientos sociales, fragmentando a comunidades con ayudas simbólicas y populistas en municipios indígenas; y con consultas, supuestamente populares que olvidan aquellas formalidades de tradiciones comunitarias. Aunque una clientela política de militantes y funcionarios se ha ocupado de confrontaciones con los que cuestionan la 4T, también constatamos que las políticas neoliberales del partido Movimiento de Renovación Nacional (MORENA) se desmoronan en sus propias filas (por ejemplo, como lo señalan Durán Matute y Moreno: existen 11 renuncias de secretarios de Estado).

[9] En náhuatl, Tlalticpac significa tierra o mundo. Forma parte de los nueves mundos del inframundo mesoamericano. Frente a otros mundos dominados por la muerte, es el lugar donde se habitan las actividades cotidianas de la imaginación y el hacer. Cemanáhuac, literalmente significa el mundo que habitamos (Anáhuac que designa el valle de México). Para un acercamiento a discordancias y disonancias del tiempo en las memorias del neozapatismo del EZLN, (ver Matamoros Ponce, 2009, capítulo 8: Sincretismo precolombino o modernidad conflictual).

[10] En las discusiones (2021) entre los presidentes Joseph (Joe) Biden y AMLO, este último cambio los terminos populares de resistencia al imperialismo norteamericano.: “tan cerca de dios y al lado de USA” deviene la consigna realista y religiosa de la administración de los tratados de libre comercio.

[11] Frente a la desaparición de fuerzas historicas del cambio en etapas precedentes, tal parece ser el aspecto sociopsicologico del acontecimiento historico actual de redes sociales de Internet. En la sociedad tecnologica que invade nuestras vidas cotidianas, las introyecciones de rechazo viven el antagonismo mediante los imperativos exteriores, impuestos por los medios de comunicación (CF., Eros y cicilizacion y el Hombre unidimensional, Marcuse, 1963 y 1968).

[12] Paco Ibáñez renueva figuras emocionales, críticas e intempestiva cuando interpreta musicalmente “lo que puede el dinero”, metáforas del libro De buen amor de Juan Ruiz, conocido como el Arçipreste de Hita (siglo XIV): “Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar; al torpe hace discreto y hombre de respetar; hace correr al cojo y al mudo le hace hablar […] También al hombre necio y rudo labrador dineros le convierten en hidalgo doctor; cuanto más rico es uno más grande es su valor […]. De verdad hace mentiras, de mentiras hace verdades”.

[13] Podemos mencionar que apoyos financieros a las empresas han sido desarrollados por los grandes de las finanzas. American express ofreció y ofrece promociones financieras en México. Para los que pueden tener la calidad de esta tarjeta ofrecieron entre 5 y hasta 10.000 pesos que serían rembolsados si compraban en lo que llamaban apoyo a las “pequeñas empresas”. Desde luego, los apoyos eran a grandes grupos comerciales (por ejemplo, Costco, Palacio de Hierro, incluso Amazon, y grandes restaurantes que, desde luego, deben contar con la autorización de ciertas tarjetas privilegiadas de American Express).

[13] El exsecretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), Víctor Manuel Toledo (2021) afirmó que “no hay, por ejemplo, diferencia mayor entre los posicionamientos del EZLN y FRENA [Frente Nacional, movimiento de corrientes de derecha y del mercado]; ambos podrían convocar a eventos conjuntos o suscribir los mismos manifiestos, pues sus discursos hepáticos, plenos de fantasías y de calumnias, son coincidentes”. Es más, la especificdad de corrientes a contrapelo de las instituciones repsonsables y sanas es, según Víctor Manuel Toledo, parte de “una ‘izquierda’ tozuda y visceral, anclada como un barco enmohecido en las ideologías del siglo XIX”.

[14] Ver nota de pie de pagina número 20 de este trabajo.

[15] Ver López Varela, Guillermo (2018), “Hacer de la muerte una pregunta. Subjetividades antagónicas en el capitalismo como religión y entramados culturales de vida en contextos de la Santa Muerte en Puebla (México)”, Tesis doctoral, Puebla, Posgrado de Sociología (ICSyH).

[16] Según la cosmovisión indígena, los nahuales o nawales representan y vinculan las personalidades con otros animales del ecosistema, creando así un equilibrio entre los seres, incluso simbólicos del sistema de creencias amerindias. En este mismo sentido, los alebrijes son seres imaginarios representados en obras de arte con una combinación de varios animales, no solamente fantásticos fuera del mundo, sino entre animales reales que habitan, armónicamente, la naturaleza con el hombre.

[17] Implicados en luchas de resistencia, observamos, por ejemplo, como la Santa Candelaria[17], o la misma Santa María Tonantzintla en una iglesia del municipio de San Andrés Cholula, Puebla, concentran signos secretos o invisibles de estéticas y artes indígenas a contrapelo de la violencia estructural.

[18] Es posible que esta palabra utilizada por Armand Gatti corresponda a la familia lingüística del maya. Si es así, winal correspondería a un periodo de 20 días; es decir, en este texto de Gatti, aproximadamente, 129 años (Nota de pie de pagina 2, en Gatti 2006: 89).

[19] La imagen del Votán en las tradiciones indígenas es el corazón del pueblo, de los montes, de los seres. Su latido viene con ecos de muertos y refugiados en los bosques de las montañas y valles. Es el sentido de la vida, del espacio y el tiempo de los hombres con sus sueños. (Para reflexionar cómo memorias y utopías se encuentran actualizados en la génesis de imaginarios del neozapatismo (Matamoros, 1998: 441)

[20] El efecto chapulín es una metafora que se refiere a los cambios de bancada de los diputados en periodos electorales. Saltan de un partido a otro, de derecha a izquierda. ¿Dónde quedo la ética o la “pureza” anticorrupción del partido MORENA?

[21] No hay que olvidar que, a finales del siglo XVI, por ejemplo, los occidentales representaban únicamente uno por ciento de una población de diez millones de habitantes; el resto, concentrada en el campo, era población indígena. Entre 1570 y 1595, periodo de epidemias, la población descendió a dos millones (Enrique Dussel, 1994, en Matamoros, 2015: 337). Si consideramos las relaciones de trabajo abstracto con el trabajo concreto, la población indígena trabajadora era superior a propietarios privados. Puede parecer una banalidad, pero hay que recordar que el fray Gerónimo de Mendieta denunciaba las lógicas de acumulación y exterminación. Basándose en la experiencia del dominicano fray Bartolomé de las Casas en el Caribe, miraba con una lupa profética la exterminación como expresiones del mal diabólico (ídolo del oro), corporizado en la avaricia y explotación. Veía la catástrofe de desaparición como una condena que “caía sobre el imperio capitalista” (Mendieta, 1997: I; 58, en Matamoros, 2015: 464). Por estas racionalidades afirmamos que Gerónimo de Mendieta conjuntaba una crítica a la racionalidad instrumental de la acumulación de Capital, al mismo tiempo que potencializaba expresiones divinas; contradicciones situadas en esperanzas transmitidas mediante imágenes dialécticas de crítica al valor como fetiche.

[22] Subrayado del autor, Fernando Matamoros Ponce (FMP).

Notas

[1] Entre sus libros: Pensamiento colonial. Descubrimiento, conquista y “guerra de los dioses” en México, (2015); Néozapatisme. Échos et Traces des Révoltes Indigènes (2012); Memoria y Utopía en México: Mitos, imaginarios en la génesis del neozapatismo (2009). Coautor: García Vela, Garza Zepeda y Hernández Lara (2019), Estado, Capitalismo y Subjetividad. Dignidad y esperanza en configuraciones revolucionarias del sujeto rebelde; Bautista Martínez y Garza Zepeda (2015), Participación y rupturas de la política en México, Subjetividad, luchas y horizontes de esperanza; Garza Zepeda, Bautista Martínez y García Vela, (2016), Oaxaca 2006-2016. Antagonismo, subjetividades y esperanza; Holloway y Tischler (2007), Negatividad y revolución; Theodor W. Adorno y la Política; Además es autor de diversos artículos: https://fernandomatamoros4.academia.edu/
[2] Estas reflexiones sobre el indigenismo zapatista se combinan y actualizan con notas teóricas y conceptuales sobre la pandemia, publicadas en Cuaderno temático de la realidad latinoamericana no. 13. IIHAA Escuela de Historia USAC, junio 2020, Guatemala. Para su difusión en medios alternativos fueron repensadas para otra versión actualizada: http://comunizar.com.ar/estetica-memoria-olvido-problematicas-conceptuales-historia-la-pandemia-sars-cov2-covid19/
[3] Habría que recordar que la respuesta a los Acuerdos de San Andrés Larráizar, diálogos, firmados (febrero de 1996) por el EZLN, la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) y la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA) compuesta de legisladores, fue la aprobación por unanimidad de todos los partidos políticos (incluyendo la izquierda institucional del Partido de la Revolución Democrática -PRD) de una reforma constitucional que desconoció los acuerdos “sobre derechos y cultura indígena” (Cf., “Acuerdos de San Andrés Larráizar entre gobierno y zapatistas” (2013), en https://aristeguinoticias.com/3012/mexico/los-acuerdos-de-san-andres-larrainzar/. Revisado 4 de marzo de 2021). A partir de ese momento regresaron a sus comunidades para reformular y actuar tiempos de autonomía.
[4] Ver libros (2013) de la “Escuelita Zapatista”, experiencia de gobierno autonomo durante estos años de práctica de la libertad según los zapatistas: “Escuelita zapatista” (2017), en https://www.centrodemedioslibres.org/2017/08/02/libros-en-pdf-de-la-escuelita-zapatista-la-libertad-segun-ls-zapatistas/. Revisado 4 de marzo de 2021. Mencionamos que durante las actividades que compartieron con estos libros en Chiapas participaron, por lo menos, 6,000 personas, por lo cual se tuvieron que cerrar inscripciones al compartimiento de esta experiencia.
[5] En este trabajo no profundizaré en dimensiones culturales y simbolicas de la historia, implicadas en relaciones socio-psicologicas, mediadas por las relaciones economicas del Capital-Trabajo, pues rebasaría limites marcados para este artículo.
[6] Según mi análisis, es de notar que este Comunicado no parte de una Primera Parte, sino de una Sexta Parte, estrategia contextualizada por la coyuntura histórica de violencia, al mismo tiempo que posibilidades de construcción cultural desde el lenguaje contrapuesto a las formas de razón, poder y dominación establecidos en campos históricos de batalla simbólicos.
[7] Gilberto López y Rivas (2020: 13) ha subrayado que Los pueblos indígenas en tiempos de la 4T enfrentan los dilemas de la represión militar y paramilitar. Durante los primeros cinco meses del gobierno de Morena, el Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno (CNI-CIG), ha denunciado que 10 integrantes de su organización habían sido asesinados en procesos de “defensa de sus territorios contra megaproyectos y/o tráfico de drogas, armas y personas”. En este sentido, López y Rivas recuerda el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y el asesinato en el estado de Morelos de Samir Flores en 2019, quien era representante del Consejo Nacional Indígena (CNI). Por su parte, Inés Durán Matute y Rocío Moreno (2021: 39) señalaron que esta situación es alarmante: “es un panorama negro colmado de conflictos, agresión, represión, amenazas, detenciones, y hasta la muerte para quienes han decidido luchar por la vida. Así lo han vivido Samir [Flores] y lxs más de 40 defensorxs de comunidades pertenecientes al CNI, quienes han sido asesinadxs en estos dos años de gobierno de la 4T”.
[9] En náhuatl, Tlalticpac significa tierra o mundo. Forma parte de los nueves mundos del inframundo mesoamericano. Frente a otros mundos dominados por la muerte, es el lugar donde se habitan las actividades cotidianas de la imaginación y el hacer. Cemanáhuac, literalmente significa el mundo que habitamos (Anáhuac que designa el valle de México). Para un acercamiento a discordancias y disonancias del tiempo en las memorias del neozapatismo del EZLN, (ver Matamoros Ponce, 2009, capítulo 8: Sincretismo precolombino o modernidad conflictual).
[10] En las discusiones (2021) entre los presidentes Joseph (Joe) Biden y AMLO, este último cambio los terminos populares de resistencia al imperialismo norteamericano.: “tan cerca de dios y al lado de USA” deviene la consigna realista y religiosa de la administración de los tratados de libre comercio.
[11] Frente a la desaparición de fuerzas historicas del cambio en etapas precedentes, tal parece ser el aspecto sociopsicologico del acontecimiento historico actual de redes sociales de Internet. En la sociedad tecnologica que invade nuestras vidas cotidianas, las introyecciones de rechazo viven el antagonismo mediante los imperativos exteriores, impuestos por los medios de comunicación (CF., Eros y cicilizacion y el Hombre unidimensional, Marcuse, 1963 y 1968).
[12] Paco Ibáñez renueva figuras emocionales, críticas e intempestiva cuando interpreta musicalmente “lo que puede el dinero”, metáforas del libro De buen amor de Juan Ruiz, conocido como el Arçipreste de Hita (siglo XIV): “Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar; al torpe hace discreto y hombre de respetar; hace correr al cojo y al mudo le hace hablar […] También al hombre necio y rudo labrador dineros le convierten en hidalgo doctor; cuanto más rico es uno más grande es su valor […]. De verdad hace mentiras, de mentiras hace verdades”.
[13] Podemos mencionar que apoyos financieros a las empresas han sido desarrollados por los grandes de las finanzas. American express ofreció y ofrece promociones financieras en México. Para los que pueden tener la calidad de esta tarjeta ofrecieron entre 5 y hasta 10.000 pesos que serían rembolsados si compraban en lo que llamaban apoyo a las “pequeñas empresas”. Desde luego, los apoyos eran a grandes grupos comerciales (por ejemplo, Costco, Palacio de Hierro, incluso Amazon, y grandes restaurantes que, desde luego, deben contar con la autorización de ciertas tarjetas privilegiadas de American Express).
[13] El exsecretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), Víctor Manuel Toledo (2021) afirmó que “no hay, por ejemplo, diferencia mayor entre los posicionamientos del EZLN y FRENA [Frente Nacional, movimiento de corrientes de derecha y del mercado]; ambos podrían convocar a eventos conjuntos o suscribir los mismos manifiestos, pues sus discursos hepáticos, plenos de fantasías y de calumnias, son coincidentes”. Es más, la especificdad de corrientes a contrapelo de las instituciones repsonsables y sanas es, según Víctor Manuel Toledo, parte de “una ‘izquierda’ tozuda y visceral, anclada como un barco enmohecido en las ideologías del siglo XIX”.
[14] Ver nota de pie de pagina número 20 de este trabajo.
[15] Ver López Varela, Guillermo (2018), “Hacer de la muerte una pregunta. Subjetividades antagónicas en el capitalismo como religión y entramados culturales de vida en contextos de la Santa Muerte en Puebla (México)”, Tesis doctoral, Puebla, Posgrado de Sociología (ICSyH).
[16] Según la cosmovisión indígena, los nahuales o nawales representan y vinculan las personalidades con otros animales del ecosistema, creando así un equilibrio entre los seres, incluso simbólicos del sistema de creencias amerindias. En este mismo sentido, los alebrijes son seres imaginarios representados en obras de arte con una combinación de varios animales, no solamente fantásticos fuera del mundo, sino entre animales reales que habitan, armónicamente, la naturaleza con el hombre.
[17] Implicados en luchas de resistencia, observamos, por ejemplo, como la Santa Candelaria[17], o la misma Santa María Tonantzintla en una iglesia del municipio de San Andrés Cholula, Puebla, concentran signos secretos o invisibles de estéticas y artes indígenas a contrapelo de la violencia estructural.
[18] Es posible que esta palabra utilizada por Armand Gatti corresponda a la familia lingüística del maya. Si es así, winal correspondería a un periodo de 20 días; es decir, en este texto de Gatti, aproximadamente, 129 años (Nota de pie de pagina 2, en Gatti 2006: 89).
[19] La imagen del Votán en las tradiciones indígenas es el corazón del pueblo, de los montes, de los seres. Su latido viene con ecos de muertos y refugiados en los bosques de las montañas y valles. Es el sentido de la vida, del espacio y el tiempo de los hombres con sus sueños. (Para reflexionar cómo memorias y utopías se encuentran actualizados en la génesis de imaginarios del neozapatismo (Matamoros, 1998: 441)
[20] El efecto chapulín es una metafora que se refiere a los cambios de bancada de los diputados en periodos electorales. Saltan de un partido a otro, de derecha a izquierda. ¿Dónde quedo la ética o la “pureza” anticorrupción del partido MORENA?
[21] No hay que olvidar que, a finales del siglo XVI, por ejemplo, los occidentales representaban únicamente uno por ciento de una población de diez millones de habitantes; el resto, concentrada en el campo, era población indígena. Entre 1570 y 1595, periodo de epidemias, la población descendió a dos millones (Enrique Dussel, 1994, en Matamoros, 2015: 337). Si consideramos las relaciones de trabajo abstracto con el trabajo concreto, la población indígena trabajadora era superior a propietarios privados. Puede parecer una banalidad, pero hay que recordar que el fray Gerónimo de Mendieta denunciaba las lógicas de acumulación y exterminación. Basándose en la experiencia del dominicano fray Bartolomé de las Casas en el Caribe, miraba con una lupa profética la exterminación como expresiones del mal diabólico (ídolo del oro), corporizado en la avaricia y explotación. Veía la catástrofe de desaparición como una condena que “caía sobre el imperio capitalista” (Mendieta, 1997: I; 58, en Matamoros, 2015: 464). Por estas racionalidades afirmamos que Gerónimo de Mendieta conjuntaba una crítica a la racionalidad instrumental de la acumulación de Capital, al mismo tiempo que potencializaba expresiones divinas; contradicciones situadas en esperanzas transmitidas mediante imágenes dialécticas de crítica al valor como fetiche.
[22] Subrayado del autor, Fernando Matamoros Ponce (FMP).


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